Cuando Fernando pensaba en ella, se le
inundaban los ojos de agua, aquel recuerdo bullía en su cabeza y no terminaba
de comprender por qué la había perdido.
Estaba enamorado de ella pero; Cuando
conoció a Isabela; Julián le dijo que esa chica no le convenía. Era muy guapa,
pero no reunía las condiciones que debía tener la mujer que con él fuese a
casarse. Nunca entendió por qué le decía eso, a él solo le importaba su amor.
Isabela, trabajaba en una oficina de
una compañía de seguros, estaba bien situada, pero lo que no poseía era la
fortuna ni las amistades de las que gozaban los padres de Fernando. Él hijo
único, heredaría una inmensa fortuna de la que podría vivir el resto de su vida
y todos sus descendientes. Para Fernando, eso no tenía ninguna importancia, su
padre había hecho el dinero trabajando, realmente también había tenido suerte
en todos los negocios que había emprendido, pero aún así, ellos se consideraban
trabajadores.
Julián, siempre le estaba diciendo que
debería buscar una chica de otro nivel, que era muy posible que Isabela solo
fuese con él por su dinero. Fernando no pensaba que fuese así, pero había veces
que le daba que pensar.
Una tarde, Isabela llamó a Fernando y
le dijo que no se encontraba muy bien y que se iría a su casa a la salida del
trabajo. Fernando se quedó pensativo, ¿qué le pasaría? no había querido decirle
nada, solo que no era importante, un pequeño malestar. Tampoco quiso que fuese
hasta su casa para hacerle compañía.
Hacía una maravillosa tarde de primavera,
era ya el mes de Junio y los días alargaban mucho por eso, Fernando se encaminó
por la orilla del Guadarrama, quería dar un paseo sin que nadie le molestase.
Iría río arriba, se adentraría por Campillo y se llegaría hasta la presa, era
un camino muy bonito y las vacas allí existentes; en esa zona no eran
peligrosas. Iba pensativo, cabizbajo, andaba despacio recreándose en el paisaje
y escuchando correr el agua del río, que ese año al haber llovido mucho llevaba
mucha más agua de lo normal. Fue entonces cuando de pronto, vio debajo de una
encina, una pareja retozando, dando grandes muestras de amor, comiéndose a
besos, como si fuese lo último que fuesen a hacer.
Sorprendido quedó, paralizado por la
impresión, no sabía qué hacer ni a donde ir. No podía ser lo que estaban viendo
sus ojos; Julián, su amigo desde la infancia; yacía en el suelo con Isabela, la
que se suponía que era su novia. ¿Oh acaso era la novia de los dos? qué
incógnita, ¿a cuál querría de verdad? Sería
cierto lo que Julián le venía diciendo que no era la chica adecuada para él.
Entonces porque ella no se había sincerado, mejor dicho por qué no se habían
sincerado los dos en lugar de engañarle, como se había dado cuenta en ese
momento de que lo estaban haciendo.
Había sido la orilla del Guadarrama, la
que le había desvelado aquella tremenda traición.
PILAR
MORENO 19-6-2013