domingo, 23 de febrero de 2014

¿UN NIÑO SIN SONRISA?

No, no es posible que haya en el mundo un niño que no esboce alguna sonrisa en su cara a lo largo de su corta vida. Siempre los niños son lo más alegre del mundo, son las personas por las que más merece la pena vivir y las que te transmiten la alegría de seguir adelante. Javier, era un niño al que jamás se le veía reír. Cuando en el colegio le preguntaban sus compañeros el por qué no se reía, siempre decía lo mismo, “no sé”. La verdad es que nunca jugaba cuando salían al recreo, no hacía amigos una cosa tan extraña en un niño de nueve años ¿Qué había dentro de la cabecita de Javier? Es muy posible que esa apatía, esa desgana por todo lo que le rodeaba y la falta de sonrisa en su cara fuese debido a los trances por los que desde antes de su llegada a este mundo hubo de pasar. Los fetos aunque estén dentro del útero materno también sufren los padecimientos de la mujer que los lleva en sus entrañas. Es muy aconsejable que se les hable para que vayan reconociendo la voz, que se les ponga música para ambientarles el oído y darles paz sobre todo si es una música relajante, pues bien si la madre sufre, el feto también. Cuando la madre de Javier contaba pocos meses de embarazo, un día llamaron a la puerta, unos agentes de la benemérita venían a avisarle de que su esposo había fallecido en una explosión que había habido en el pozo minero en el que trabajaba. Como es natural, lo que a esa pobre mujer se le vino encima fue lo peor que a una mujer le podía pasar cuando estaba con toda la ilusión de recién casada y esperando el nacimiento de su primer hijo. Cuando llegó el momento del alumbramiento, fue de lo más triste que ella jamás hubiera podido pensar. Alegre con su hijo pero pensaba en cómo le contaría a su hijo cuando fuese creciendo que su papá había muerto sin haberlo podido tener ni unos segundos en sus brazos. Javier, iba creciendo con todo el amor que su madre le podía dar, pero la pobre mujer tenía que trabajar para sacarlo adelante ya que la pensión de un minero no era gran cosa. Un día, la madre de Javier, al volver del trabajo dijo que no se encontraba bien, los abuelos que vivían muy cerca de ellos, llamaron al médico y éste les aconsejó llevarla a urgencias al hospital pues el dolor de espalda que decía tener no le gustaba y debían hacerle pruebas a las que él no tenía acceso. Una ambulancia fue a recogerla y Javier quedó al cuidado de la abuela. Pronto tuvieron las noticias que el abuelo dio por teléfono, precisamente no eran las más halagüeñas que se podían esperar. La madre de Javier había sido diagnosticada con un cáncer de huesos y no le daban más que seis meses de vida. La vida de un niño de cinco años se ve truncada en su totalidad con la desaparición de su madre. Aunque queda al amparo de sus abuelos, estos ya mayores y llenos de achaques, no son la mejor compañía para un niño de esa edad que es cuando más necesitan de sus padres para formarse. Cuando tiene Javier ocho años, el abuelo también desaparece, teniendo que hacerse él cargo con esa edad de ayudar a la abuela, muy mayor ella para hacer ciertas faenas de la casa, como acarrear carbón para encender el fuego, partir leña, ir a los recados. Un sinfín de cosas que hacía sin la menor queja, pero que no le permitían tener tiempo libre, escasamente el que necesitaba para hacer las tareas de la escuela. Todos estos acontecimientos son los que a Javier no le permitieron delinear una leve sonrisa en su cara con tan solo nueve años. ¿Conseguiría algún día sonreir? PILAR MORENO – Febrero 2014

jueves, 13 de febrero de 2014

CONCLUSIONES

Estimado Dr.: He recibido su amplio informe clínico sobre mi persona. Hay palabras que muy claramente comprendo pero en cambio otras son demasiado técnicas para mi entendimiento. No obstante, me gustaría que usted fuese más sincero y me hablase con toda claridad de lo que realmente me sucede. Debido a la situación en que me encuentro y viendo que la mejoría es nula, a pesar de toda la medicación que vengo tomando desde hace más de un año, deduzco que las palabras que no comprendo por ser tan técnicas, se deben precisamente a la gravedad de mi caso. Llevo vistos muchos colegas de usted y ninguno me ha dado claras esperanzas de curación. La realidad es que ninguno de ellos, así como usted mismo, me dan un claro diagnostico de la enfermedad que vengo padeciendo. Sé que hay muchas enfermedades que aún en nuestro país se consideran como raras, pero es que ustedes no me han diagnosticado ni eso. Por todo lo antes expuesto, deduzco que no saben lo que realmente me sucede, pero al menos díganme con claridad que no avanzo nada con los diferentes tratamientos que hasta ahora me han recomendado y que he seguido al pie de la letra. Le ruego que al menos me manifieste si esto puede tener un final próximo, como yo presiento y creo entender al leer su informe, pues he de dejar todo un legado a mis familiares, esposa e hijos, así como disponer lo que se ha de hacer con mis negocios. Del mismo modo, me gustaría dejar proyectado mi sepelio, es decir, el ataúd en el que han de colocarme, la carroza que ha de transportarme, las flores que depositarán sobre mi tumba, el tiempo que ha de durar el velatorio, los funerales en la catedral que se han de celebrar, la música que me gustaría escuchar durante el mismo. Como puede usted comprobar son cientos y cientos de cosas las que he de disponer antes de mi partida. Atentamente le saluda su finado paciente. PILAR MORENO – FEBRERO 2014

LA HILANDERA DE HISTORIAS

LA HILANDERA DE HISTORIAS Mientras esperaba que el sueño arribase a sus ojos, comenzó a pensar en sus nietos, en cuando los volvería a tenerlos a todos reunidos. De pronto le vino una gran idea a la cabeza y eso sin duda sería lo que hiciese en las próximas Navidades pues será la primera ocasión en que se produzca el feliz encuentro. Como a casi todos los niños, les encanta que les cuente cuentos. Pues bien en esta ocasión, en lugar de cuentos les narrará sucedidos, casos que a otros niños les habían pasado. No tienen que ser de verdad, la imaginación puede ser muy divertida, es más muy atrevida ¿Quien dice que no es atrevido subirse a un árbol y pelearse con un mono que había en una rama del mismo? o pasear subido sobre un elefante a través de la selva mientras con una vara van ahuyentando a los feroces tigres que les van persiguiendo. ¿Por qué no contar aquella señora que le quería regalar un juguete para luego llevársele a su casa y guisarle para poder comérsele por que estaba muy tierno? Ya veía sus caras de asombro, de entusiasmo y alguno, seguro que hasta de miedo y sus infantiles comentarios, deliciosos por llevar dentro de ellos esa inocencia que conlleva su corta edad. Está claro ya no había de pensar más cuando los tenga a todos juntos, se convertiría en “LA HILANDERA DE HISTORIAS” Pilar Moreno – fEBREO 2014

¿QUE ES LA CORDURA Y COMO SE MANTIENE?

¿QUÉ ES LA CORDURA Y COMO SE MANTIENE? Realmente, no se definir la cordura, pero si se que en los días actuales de nuestras vidas, creo que muchas, que digo muchas, muchísimas personas, no es que no sepan definirla, es que ni tan siquiera saben que eso existe. Si supieran lo que es, creo que no se cometerían tantas estupideces. Hoy creo que todos tenemos en nuestras familias desgraciadamente casos de divorcio. He ahí que, en muchos casos no ha existido la cordura. Los jóvenes de hoy y algunos no tan jóvenes, por un quítame esas pajas, tiran todo al traste. La más nimia discusión les hace ir a parar al juzgado. Con todo lo que detrás conlleva. Si hay hijos, los paganos de la falta de cordura son ellos sin lugar a dudas y en la mayoría de los casos arrastran a los abuelos. Esos abuelos que comenzaban a disfrutar la vida de jubilados y que sus descendientes se han encargado de triturar. Si quisiera podría estar hablando horas y horas de estas situaciones, pero lo mejor es que me dirija a los mismos y les refiera y pregunte, que hubiesen hecho ellos en muchos de los casos de las gentes de nuestra generación, sobre todo de las mujeres, que se han tenido que conformar con crear a los hijos, atenerse al sueldo del esposo, en algunos casos trabajar como burras fuera de casa, echar una mano a los abuelos enfermos y encima sin quejarse. En muchos casos, tapaban al marido diciendo que era bueno y trabajaba mucho, para no descubrir lo que todo el mundo estaba harto de saber, que entregaba el sobre en casa con la paga, de la que ya se había encargado de quitar la parte correspondiente a lo que él debía gastar en la taberna con los amigotes, lo que en diversas situaciones derivaba en un alcoholismo y este a su vez se traducía en malos tratos. En otras ocasiones, aguantaban infidelidades o como antes de decía en llevar una enrome cornamenta, para que los hijos no viesen al padre como alguien que hace mal y de paso seguir manteniendo las formas y sacar la casa adelante y que no le faltase a ninguno su plato en la mesa, sus colegios y sus vestiduras. Para mí eso es mantener la cordura, aunque digan que eso es aguantar el machismo, pero más vale eso en muchas ocasiones, que pasar y hacer pasar hambre a los demás. Así se ha vivido hasta hace poco tiempo y salvo excepciones la cordura ha salido adelante. PILAR MORENO – 2 Diciembre 2013

CUENTO DE NAVIDAD

Una vez que salió a la calle, viendo que nadie se había dado cuenta de su huída, se puso a caminar lo más ligero que podía, realmente no era mucho debido a sus dificultades físicas. Caminó y caminó, hasta llegar a las desiertas callejas de un pueblecito cercano. Él camino a través de ellas sin prestar atención de si alguien lo había visto. Los chavales más pequeños del pueblo, estaban a las afueras del mismo recogiendo piedras, musgo y ramas pequeñas, para la construcción de belén parroquial. Chillaban y gritaban como posesos debido a la alegría de poder estar juntos aunque fuese invierno pues con las bajas temperaturas que por allí hacían era muy normal que las madres no les dejasen jugar en la calle, todo lo más iban al cine que el párroco les ponía una vez al mes un domingo por la tarde o si alguno se juntaba en casa de otro que viviese cerca. Aquel pueblito, por ser pequeño, estaba un poco dejado de la mano de Dios, como solían decir los mayores. Tan dejado estaba, que las calles carecían de alumbrado y pavimentación, por eso en invierno y habiendo tanto bosque cerca, decían que al irse la luz del día quedaba oscuro como boca de lobo. Nadie osaba salir de noche de su casa sin una linterna o candil. Todos gozaban con los hallazgos que iban tomando en sus manos, se imaginaban que eran auténticos tesoros y que el padre Juan, que así se llamaba el párroco, se pondría muy contento al ver tanta maravilla escogida con sus propias manos. De pronto, uno de ellos, el que estaba un poco más alejado del grupo, comenzó a chillar, unos se quedaron paralizados al oírle y otros fueron a su encuentro. Cuando llegaron hasta él, se dieron cuenta del porque de sus gritos. Había junto a él un monstruo con cuerpo de hombre, la cara muy rara, alargada, con los dientes hacia fuera, unas enormes orejas y no parpadeaba, parecía como sus ojos hubiesen sido colocados para estar siempre abiertos, además no hablaba, emitía unos horribles sonidos que ninguno era capaz de comprender. Uno de los muchachos no pudiendo contener su terror, se hizo pis en los pantalones y reculando para que no se diese cuenta ninguno, se fue acercando al grupo de los que se habían quedado paralizados y todos juntos se abrazaron poniéndose a rezar como el padre Juan les había recomendado para alguna situación difícil. Cuando más aterrorizados estaban, vieron una gran nube que descendía del cielo, de ella salió un ángel con una túnica azul y unas grandes alas blancas. Con sus brazos envolvió al monstruo dándole grandes muestras de cariño. Se volvió al grupo de niños y les dijo: —No tengáis ningún miedo, nada malo os iba a hacer este pobre chico, que no ha tenido la suerte de ser normal como vosotros, solo quería ver la calle y un poco de mundo, pues nunca ha salido de la institución en que le abandonaron sus padres— El ángel volvió a entrar en la nube llevando en sus brazos a aquel inocente. PILAR MORENO – 1 Diciembre 2013

martes, 11 de febrero de 2014

EL SOL DE LA MALVALOCA

Corría el año 1910 cuando Doña Milagros Moreno Domínguez, adquiere un terreno en el centro de Collado Villalba. Dicha señora decide construir una casa para su descanso ya que en la capital llevaba una vida muy ajetreada y licenciosa pues regentaba varios prostíbulos. Doña Milagros, que gozaba de los favores de la corte y con excelentes influencias, decide venir a esta ciudad y aposentarse en la finca que había adquirido y a la que le puso como nombre “Malvaloca”, no se sabe si este nombre tiene relación directa con la obra de los hermanos Álvarez Quintero, fechada en 1912. El personaje central, bien podía estar basado en la señora Moreno. Una finca acorde con la época, un pequeño palacete y grandes jardines por los que la citada señora acostumbraba a pasear. Gozaba tomando el sol de primavera ya que en la capital su vida transcurría en la oscuridad de la noche. No se sabe si en esta su residencia de recreo, practicaría el oficio de madame como venía haciendo desde hacía tantos años en la capital, lo que sí se puede decir es que pasaba largas temporadas en nuestra ciudad. Tras 88 años de azarosa vida, murió prácticamente en el anonimato y sus restos descansan en el cementerio parroquial del Parque de la Coruña. A día de hoy, el ayuntamiento se ha hecho cargo de dicha finca en la que está proyectado construir un teatro para goce y disfrute de los Villalbinos. Este proyecto ha debido de aplazarse debido a la crisis que nuestro país arrastra y sabe Dios cuando podrá realizarse. La Malvaloca, es un terreno ubicado en el mismo centro del pueblo con muy buenos accesos, tanto por la antigua carretera de la Coruña hoy Avda. Juan Carlos I como por la Calle Batalla de Bailén. Últimamente se le está dando uso para festejos taurinos, circenses, ferias diversas etc. Dada la explanada que contiene su recinto, es delicioso poder disfrutar de los buenos días de sol con nuestros hijos o nietos en pleno centro del pueblo y sin ningún peligro para las criaturas. Si fue un lupanar, en aquellas fechas debió ser de alto standing como ahora se estila decir. Los prostíbulos que por entonces debía haber a lo largo de la comarca supongo yo, que serían pequeñas casas, con algunos cuartos dedicados a tal fin, en los que además de un catre, a lo sumo habría una jofaina, una jarra y una toalla o trapo, para secar las partes principales del negocio después de haber sido usadas por un cliente, para dar paso a otro. En esa época era muy corriente adquirir en esos lugares enfermedades como la sífilis. A esos espacios acudían los hombres a gozar de los placeres que esas señoritas “putas” solían proporcionarles ya que en sus casas no eran capaces de obtenerlos pues sus esposas no debían saber de aquellas artes. Por otro lado lo que si ocurría con frecuencia es que a esas mismas mujeres , sus maridos les obsequiasen contagiándoles una de esas enfermedades que habían adquirido en las casas de lenocinio. Lo que si sucedía con asiduidad, es que cuando a doña Milagros se la veía pasear por las calles del municipio, sus convecinos se volvían a mirarla con deseo y siempre decían lo mismo “AHÍ VA EL SOL DE LA MALVALOCA”. PILAR MORENO – Febrero 2014

domingo, 9 de febrero de 2014

"PREGUNTANDO AL ARCO IRIS"

Si transforma toda la noche en sueños el color violeta, dime: ¿Dónde podré volver a encontrarle, como presagia el verde esperanza? Y esa felicidad que auspicia el amarillo ¿Cómo se producirá? La abundancia que prevé el anaranjado ¿de qué será? Esa energía y esa pasión que anuncia el rojo ¿cómo llegará? Esa paz, en nuestro amor, que profetiza el rosado ¿Cuándo nos la dará? El azul es el color de la vida misma, de la inmensidad del mar. Dime, por caridad, ¿en qué dimensión he de estar para que los sueños de la noche se cumplan? PILAR MORENO - Febrero 2014

miércoles, 5 de febrero de 2014

LA ALMOHADA REPLETA

Pocos mortales son los que no apoyan su cabeza en una almohada para descansar, cada uno la pone a su gusto. Las hay de lana pura de oveja, de miraguano, de látex, de fibra, etc. etc. Hay personas que cuando salen de viaje ocultan en ellas sus joyas y dineros con el solo y tonto objeto de que si entran los cacos en la vivienda, no encuentren nada. Claro está que estas personas son ajenas a lo listos que son esa clase de cacos. Otros las utilizan para reposar sus pies cuando los tienen muy cansados, claro está que si los pones en alto la sangre se baja a la cabeza y se relajan tanto que se quedan dormidos, lo malo es que al despertarse, no saben en donde se encuentran. Sin embargo hay otras personas que la almohada la utilizan para guardar en ella todos sus sueños. Por ejemplo, los niños apoyan su cabeza sobre ella y le cuentan que los reyes les van a dejar esa bicicleta que tanto les gusta, o esa muñeca que come y hace pis, es decir depositan sobre ella unas ilusiones que en muchos de los casos, con el paso de los días y la llegada de los magos, se convierte en realidad pero… ¿Qué sucede, cuando quien está depositando sus ilusiones es un adulto? ¿Cuántas almohadas hay que están en esta época a rebosar de ilusiones, de sueños no cumplidos y lo que es peor, de las más estrictas necesidades que muchos de los habitantes de nuestro país están teniendo en estos momentos? Padres y madres de familia que no saben cómo al amanecer el día van a dar de comer a sus hijos. De ¿cómo pagarán los recibos de las cosas más elementales, como son luz, agua, gas, que son tan necesarios para vivir? No son artículos de lujo, simplemente necesidades. También hay otras almohadas repletas de llanto por un amor perdido, por un amigo olvidado, por algún disgusto familiar, por una enfermedad ¡Qué sé yo! Tantas y tantas cosas. He de confesar que la mía en particular ha habido temporadas en las que al despertar se podía retorcer como si la hubiese lavado, son circunstancias de la vida de cada uno. Tengo que decir que soy muy llorona, que me emociono con facilidad. En estos momentos, hay noches en las que se me escapa alguna lágrima pensando en mis nietos, otras recordando cosas de mi juventud que fueron bonitas y que lo podían haber sido más. Me acuerdo muchas veces de mi abuela, de mis padres, sobre todo de mi padre, al que aún después de tantos años de su marcha, me sigo acordando cada día. De tantas y tantas cosas vividas a lo largo de los años que tengo. También hay veces que se me hace un nudo en la garganta, pensando en el día que yo parta el sufrimiento de mis hijos y nietos o al menos es lo que quiero creer, que lo van a pasar mal. En la pena que me da pensar que no los volveré a ver más. Por eso mi almohada, mi querida almohada, siempre está repleta de lágrimas. PILAR MORENO – Marzo 2014