domingo, 30 de marzo de 2014

LA TRISTE VIDA

Tenían hambre y algo había que darles para acallarla. Se fue al supermercado para ver lo que podía conseguir. El dinero no le alcanzaba para mucho, apenas unas verduras. Tendría que apañarse esos días como pudiese. La pensión todavía tardaría en llegar. Eran cuatro bocas más la de ella y los pobres no tenían culpa de nada. Aurora, que así se llamaba, había tenido cuatro hijos. Era una mujer de la calle. Había luchado todo lo que había podido para sacarles adelante. Un cliente, ya mayor y enfermo, se apiadó de ella, sabía que era buena mujer pero la vida no le había dado oportunidades. Le pidió que se casase con él a cambio de atenderlo hasta el fin de sus días. Pondría todo a su nombre y le dejaría la pensión. Cumplió con su promesa, Aurora se casó con él y lo poco que poseía ahora era de ella. El pobre hombre no duró ni un año pero los chavales y ella al menos tenían un techo donde cobijarse en propiedad y una pensión que aunque pequeña, les permitiría sobrevivir. Ella no quería volver a la calle, se había acostumbrado a estar en casa y atender a sus hijos. Eran pequeños, relativamente, Joaquín, el mayor tenía 12 años, Gabriel 9, Tomás 6 y la más pequeña Clarita apenas 4. Le había prometido a Arcadio, el difunto que no volvería a ejercer su profesión y así el día de mañana sus hijos no se tendrían que avergonzar de ella. Estaba dispuesta a cumplir con lo prometido, pero la pensión ya tardaba demasiado en llegar. Buscó unas casas para trabajar y sacar para ir tirando. Encontró enseguida alguna, que aunque no fuese muy de su agrado, no dudó en cogerla. Aquellas criaturas debían seguir con su vida. Logró una para cada día de la semana. Una de ellas, correspondía a un señor que vivía solo. Una casa en la que no había mucho que hacer, pero en un principio si mucho que poner al día. El señor era viudo, ya jubilado y en Aurora encontró a su Ángel de la Guarda. Con el paso de los meses y viendo lo bien que lo atendía, le propuso que dejase las otras casas y se dedicase sólo a él. Aurora lo pensó y cuando vio que realmente le interesaba, decidió aceptar. Era más cómodo ir a una sola casa y siempre sería ella sola la que tocase las cosas. El viudo que no tenía hijos, ni familia cercana, viendo lo maja que era Aurora y lo bien que lo atendía, decidió que se casase con él y así le dejaría su pequeño patrimonio y su pensión para que sin esfuerzos pudiese sacar adelante a sus hijos. Sabía que era viuda, pero nunca le dijo que los hijos no eran del finado y que ella había ejercido la prostitución. Aurora, hizo sus cálculos y viendo que la pensión de Ricardo era mayor que la de Arcadio, aceptó. Se casaron en no mucho tiempo y todos fueron a vivir con Ricardo. Los chavales, estaban encantados, la casa era mucho más grande y con más comodidades. También tenían una especie de padre. Ricardo, al ser ya mayor tampoco les ponía muchas pegas a lo que hiciesen o dejasen de hacer, para eso estaba ya su madre. Pasaron unos años, y lógicamente Ricardo la palmo. Todos se sentían tristes, él había sido un buen hombre para con ellos. Joaquín, ya había cumplido los dieciocho años y sabía lo que aquel hombre había significado para ellos, les había permitido poder estudiar y a su madre que no la faltase de nada. Aurora se había convertido en una señora de su casa y tenía a sus hijos bien atendidos. Iban creciendo y ya no la necesitaban tanto. Ella comenzó a salir con amigas y a divertirse un poco pues hacía muchos años que no lo hacía. Se sentía muy renovada. La pensión que de Ricardo le había quedado era alta, el pequeño patrimonio que la había dejado y el pisito de Arcadio que había alquilado, era más que suficiente. Se apuntó a unas clases de bailes de salón. Iba todos los días y lo pasaba de miedo. Allí conoció a un empresario separado y se hicieron muy buenos amigos. Se divertían de lo lindo. De los bailes comenzaron a salir a solas, a cenar, al cine, la acompañaba a casa. Al final se hicieron novios. Con el tiempo y al estar los dos libres, decidieron casarse. Dicho empresario, Germán, vivía en un chalet de su propiedad en una elegante urbanización, decidieron trasladarse a él. Joaquín no quiso marcharse con ellos y Gabriel que ya tenía más de los dieciocho dijo que se quedaba con su hermano. Se fueron pues a vivir con los dos pequeños. Fueron muy felices. Germán, que con su ex había pasado lo suyo, consideró que era oportuno poner la casa y todas sus pertenencias a nombre de Aurora. Fueron más de diez años de matrimonio. Habían casado a los dos mayores. Una mañana al levantarse, Aurora fue a despertar a Germán. -Germán, vamos despierta. Hoy se te han pegado las sábanas-, pero él no contestaba ni se movía. Comenzó a moverlo, pero el pobre Germán estaba tieso. Un infarto se lo había llevado de este perro mundo. Aurora desesperada, llamó a sus hijos. Lo enterraron al día siguiente. Debía arreglar los papeles. De Germán se había llegado a enamorar, había sido muy bueno con ella, al ser de su edad, lo habían pasado muy bien juntos y para ella ahora que creía haber encontrado la felicidad, fue un mazazo terrible. Al llegar al banco, se encontró con lo que jamás hubiese pensado. Germán había dejado a su nombre 50.000.000€ más la pensión vitalicia. No lo podía creer, nunca le había hablado de lo que realmente tenía. Se limitaba a decirle que tenía unos ahorrillos que el día de mañana serían suyos. Ella había pasado tanto. Tantas penurias en su vida, que con lo que en la actualidad tenía, se sentía satisfecha. Los hombres de bien con los que había tropezado, la habían tratado maravillosamente y habían puesto a su disposición todo lo que poseían pero, esto, después de lo feliz que había sido con él, era demasiado, la había convertido en millonaria. Nunca lo hubiese podido imaginar. No debemos desesperar cuando la vida nos trate mal. Hay que pensar siempre que algún día todo se arreglará y podremos olvidar el triste pasado. PILAR MORENO – Enero 2014

FINAL DE AÑO

En la sala de espera de aquel hospital Julia y Pepe esperaban noticias sobre el estado de su hijo, José que había sufrido un accidente de tráfico en la última noche del año. Todos los avisos que ellos le habían dado habían caído en saco roto y como tantos otros jóvenes pensaba que a él nunca le iba a tocar. Había tomado las uvas en casa con sus padres y sus hermanos y había salido de marcha para juntarse con sus amigos en la discoteca que uno de ellos poseía. Pasaba el tiempo y nadie salía a darles ninguna noticia, aquella situación era desesperante. Julia lloraba y lloraba pues no tenía ni idea de lo que a su pequeño le podría haber pasado. Pepe daba vueltas como un león en una jaula y se hacía las mismas preguntas que su mujer con los nervios destrozados. En la misma sala había otra pareja, Constanza y Roberto que, abrazados y muy pensativos permanecían sentados en un rincón como si casi no se atreviesen a moverse. Esperaban noticias pero tampoco nadie les daba razón alguna, solo sabían que su hija Marta había tenido un accidente, eso fue lo que la guardia civil les había comunicado por teléfono y que de inmediato se personasen en aquel hospital. Pasaron casi dos horas cuando, dos doctores salieron a llamar a los familiares de José y de Marta. Los cuatro como si los hubiesen puesto un resorte, saltaron hacía los médicos ávidos de noticias. -Los padres o familiares de José preguntó el facultativo- Nosotros somos dijeron rápidamente Julia y Pepe, ¿cómo está nuestro hijo? -Sentimos tener que darles esta noticia- Su hijo ha muerto, no hemos podido hacer nada para salvar su vida, era demasiada la gravedad con la que ha ingresado y aunque hemos hecho todo lo que la ciencia nos permitía, no nos ha sido posible sacarlo adelante-. -Ustedes son los padres de Marta, de dirigió uno de los médicos a Constanza y Roberto--Si señor contestaron con la voz entrecortada- -No tenemos muchas mejores noticias para ustedes- Marta ha sufrido en la colisión un tremendo impacto lo que no la va a permitir volver a hacer una vida normal. Ha quedado parapléjica.- Por Dios que tragedia gritó Constanza, no puede ser que a mi niña le haya pasado esto. Seguro que ese animal iba borracho y nos la ha desgraciado para toda la vida. -Cálmese señora- Ese animal como acaba usted de decir es el muchacho que ha fallecido, por favor tenga un poco de respeto pues ha de saber que no solo no estaba borracho, sino que además ha sido su hija la que lo embistió en un paso de cebra, llevándoselo por delante dejándolo muerto en el acto y además ha herido a otras dos personas de menor gravedad, las cuales junto al muchacho iban andando tranquilamente, los testigos que todo lo han visto así lo aseguran y por otro lado, su hija a la cual han tenido que recatar los bomberos de dentro de su automóvil, que ha arrancado de cuajo una farola de la vía pública, cuadruplicaba la tasa de alcohol permitida. Roberto, aún con los nervios propios de la noticia que acababa de recibir, se acercó a Julia y a Pepe, dándoles su más sentido pésame y pidiéndoles perdón por los exabruptos que su esposa acababa de proferir contra su hijo. Él reconocía que era muy doloroso lo que a su hija le había ocurrido pero, ella estaba en el mundo aunque mal parada, sin embargo ellos no le volverían a ver más, era su hija la que se lo había arrancado de cuajo de sus vidas. Era una historia como tantas hay en estos días, una historia triste y de las que en muchas ocasiones, los padres cerramos los ojos y pensamos que los contrarios son los malos. Roberto sabía que su hija, desde que había salido de trabajar, había estado de copas con sus compañeros de trabajo, había regresado a casa para cenar, con los excesos propios del último día del año. Se había dado una ducha rápida y acicalándose para la fiesta de esa noche, había salido rápidamente de casa pues ya llegaba tarde a donde había quedado con los amigos. La mala cabeza, la inconsciencia, hizo que cogiese su coche en unas condiciones que no debía hacerlo. En el caso de José la mala suerte lo cruzó en el camino de Marta, cuando él era un chico que no bebía nada más que refrescos. Que no tenía ni tan siquiera carnet de conducir pues acababa de cumplir los dieciocho años y que había quedado con unos amigos. Las imprudencias se pagan, muy caras en la mayoría de las ocasiones, unas con la vida propia y otras segando la vida de algún inocente y como en este caso verte privado de libertad de cuerpo y alma para el resto de tus días, pues verte atado a una silla de ruedas de por vida y además saber que has matado a un ser humano, inocente que nada tenía que ver con las circunstancias que tú misma había propiciado. PILAR MORENO 1-1-2014

AGRADECIMIENTOS

Las cosas que nunca pedí, pero que están a mí alrededor. Por un idioma propio y universal. Por los aromas, sonidos y colores. La obra del hombre y el poder de Dios. El equilibrio justo de los cinco sentidos. La armonía natural de los cuatro elementos. El aroma de los colores. La textura de la vida. El monte el árbol y yo. El perfume de la noche. La luz sobre el olvido. La música del atardecer. Los mensajes ocultos. El llanto de la niebla. La sangre de la tierra. Los espíritus del cielo. Los contrastes. El hermoso amanecer de hoy. PILAR MORENO – (Arreglo)

EL INFORTUNADO ÁLVARO

El mar enfurecido estrellaba sus olas de blanca espuma contra la barandilla del paseo marítimo bordeando aquella preciosa playa. Rugía cual león acosado, era una tremenda fiera deseando dar cuenta de su presa. Nadie debía acercarse a él pues lo engulliría como la ballena hizo con Jonás. Allí estaba amenazante, sabiéndose poderoso, dando miedo y al mismo tiempo sintiéndose admirado, bello cual ninguno. Esa mañana, Álvaro había salido con su tabla de surf, con la intención de hacer práctica de su deporte favorito. Era imposible, ni tan siquiera se podía arrimar a la orilla, era una temeridad. Sabía que si lo intentaba, lo más seguro es que no volviesen a encontrarlo jamás, su mar se lo tragaría. No estaba dispuesto a morir y retrocedió hacia su casa para dejar los trastos y cambiarse. Una vez lo hizo, salió hacia el viejo barrio para tomar unos chiquitos con sus amigos y unos pinchos, era lo más típico de zona. Eran las vacaciones de Navidad. Al pasar por el puerto, se quedó un rato parado mirando como toda la flota pesquera estaba amarrada debido al temporal. Decidió entonces dar una vuelta alrededor del mismo y deleitarse viendo los barcos y oliendo como solo en ese puerto olía. En todos los puertos pesqueros, realmente a lo que huele es a pescado un olor fuerte, pero el olor de ese puerto era especial para Álvaro, no tenía comparación con ningún otro. Estaba ensimismado, de pronto, sintió como unas manos le asían por cada brazo y sin mediar palabra, lo introducían en un coche. Una vez dentro de él, se dieron mucha prisa en vendarle los ojos. - ¿Qué hacéis? ¿Qué broma es esta? vamos decirme quienes sois, no os he visto nunca.- -No hagas preguntas muchacho, no te conviene, más vale que estés calladito- Lo condujeron durante un buen rato a no sabía dónde. El tiempo pasaba y los amigos empezaron a preguntarse por qué la tardanza de Álvaro, había sido él, quien los había citado para pasar un rato antes de comer, ya que no había podido surfear, debido a la situación del mar. Lo comenzaron a llamar al teléfono móvil y no respondía, llamaron a su casa y la muchacha les dijo que el señorito Álvaro hacía mucho tiempo que había salido de casa. Era inútil, por más tiempo que pasaba él seguía sin dar señales por ningún sitio. Cuando los padres de Álvaro llegaron a casa a la hora de comer, la sirvienta les indicó lo que había pasado y lo inquietos que estaban los amigos del señorito. Era muy extraño que se retrasase a la hora de comer y si los amigos estaban inquietos, algo debía haberlo pasado. Doña Antonia la madre, preguntó a la sirvienta toda clase de detalles, a ver si ha tenido un accidente surfeando. “No señora el señorito Álvaro volvió a dejar la tabla y el traje en su cuarto y salió vestido de sport, ya se lo expliqué a sus amigos cuando llamaron. Puede usted verlo pues lo he recogido todo”. Seguía sin aparecer y realmente toda la familia se estaba poniendo muy nerviosa. El padre de Álvaro, don Augusto, era un empresario, tenía una fábrica de estufas en las afueras de Donostia. El negocio marchaba bien, les permitía vivir desahogadamente, trabajaban con él su esposa y los dos hijos mayores. Julián y Fernando. Álvaro era el más pequeño de los tres y había querido estudiar económicas y cuando terminase, trabajar junto a su familia en la fábrica. Se permitían tener servicio en casa, buenos coches, pero en el fondo era una familia sencilla que vivía de su trabajo. El tiempo pasaba y nada se sabía de Álvaro, los amigos seguían llamando, se dio aviso a toda la familia y nadie lograba explicarse que podía haber pasado. A las seis de la tarde, sin poder esperar más, llamaron a la policía. Enseguida se presentaron en el domicilio y comenzaron las pesquisas. ¿Qué edad tiene el muchacho? -22 años Sus características físicas -1.90 de estatura, pelo castaño claro, bien parecido de cara, sin cicatrices- ¿Cómo va vestido? -camisa azul claro, suéter rojo, pantalón color beige claro de pana, zapatos náuticos marrones-. ¿Donde había quedado con sus amigos? -En el bar Patxi, junto al puerto.- ¿Quiénes son sus amigos? -Los de siempre, Aitor, Igor, Alejandro- ¿Son amigos desde hace mucho tiempo? -Desde que iban a la escuela primaria- Mientras los agentes iban haciendo preguntas y más preguntas, la familia cada vez se iba poniendo más nerviosa. No sabían qué hacer. La policía, lo primero que hizo fue pinchar los teléfonos de la casa y de la fábrica pues habían llegado a la conclusión de que sin duda era un secuestro. Lo más seguro es que los secuestradores llamasen para pedir un rescate. Don Augusto entonces les comunicó que hacía ya bastante tiempo, habían pasado por la fábrica unos individuos, embozados hasta las orejas y le habían pedido una cantidad de dinero para colaborar con la causa. Don Augusto, los mandó a paseo y por supuesto que no les dio nada, trataron de convencerlo pero él hizo oídos sordos y los despidió con cajas destempladas, a la salida, le dijeron que volvería a tener noticias de ellos, pero de eso hacía más de un año. Hemos de ratificarnos en la conclusión de que ETA está detrás de la desaparición de su hijo. La madre ahí perdió los nervios por completo, llorando amargamente, de pronto sufrió un desvanecimiento y tuvieron que llamar a un médico para que le administrase unos calmantes, sufría una crisis de ansiedad. No podía ser, su niño, su Alvarito, había sido secuestrado, él que era un alma inocente, no tenía culpa de nada, porque a él. Ellos no eran políticos, señor, señor, ¡qué injusticia tan grande! ¿Qué le harían esos salvajes? La pobre mujer estaba tan confundida que en muchas ocasiones nos sabía ni lo que decía. El tiempo iba pasando y no había ninguna noticia, ninguna llamada, nada de nada. Era terrible no tener noticias del hijo y del hermano, toda la familia como una piña reunida en la casa paterna, no podían ni descansar, estaban tan atribulados que les parecía estar viviendo un sueño, una película de ciencia ficción. Álvaro era muy querido por sus amigos y ellos también estaban destrozados con la noticia y por su cuenta, decidieron hacer batidas por el monte y por cualquier sitio que ellos creían que podrían encontrarlo, aunque de sobra sabían que era una ardua tarea. Se juntaron los amigos de siempre e incluso se agregaron al grupo compañeros de la facultad. Sabían, que si realmente y como presentía la policía había sido ETA, era mucho más difícil, pues tenían muchos zulos, demasiados escondrijos y pisos a donde haber podido llevarlo y que si alguien había visto algo extraño, no sería fácil que los denunciasen pues sabían de sobra lo que eso conllevaba. Pero no se resignaban, había que buscarle por donde fuese, querían dar con él cuanto antes evitando así su sufrimiento y el de todos sus seres queridos. Había pasado casi un mes de la desaparición de Álvaro, cuando una mañana sonó el teléfono de la casa. Al contestar Don Augusto, su interlocutor le comunicó que en efecto, eran ellos, quienes habían secuestrado a su hijo. Ya le habían advertido en la visita a su fábrica de que tendría noticias de ellos y ahora ya estaban en contacto. Si quería volver a ver a su hijo con vida, habría de entregarles en efectivo y en billetes de 500€ la nada depreciable cantidad de 1.000.000€. La entrega debería hacerla él solo. Debería ir al Hotel María Cristina y pedir la llave de la habitación 666, una vez hubiese subido a ella, metería debajo de la cama con mucho cuidado el maletín donde llevaría el dinero y salir muy despacio cerrando la puerta y volviendo a dejar la llave en recepción. Don Augusto, muy angustiado le dijo a la voz que le hablaba que él no disponía de esa cantidad de dinero y que no creía que pudiese reunirla en mucho tiempo. Pues usted verá, en ello va la vida de su hijo. Tiene 48 horas justas para hacer la entrega, si dentro de ese plazo no ha ido usted al hotel, dispondremos de su hijo. ¡Dios bendito! ¿Cómo iba él a poder hacerse con ese dinero? Ni vendiendo la fábrica, todas sus posesiones. No podría juntarlo y en tan poco tiempo. Están locos y nos van a volver a los demás. Abatidos por la premura con que había que conseguir el dinero iban de un lado para otro, sin saber que hacer ni a donde recurrir. Apenados pensando en lo que le podrían hacer a Álvaro si no pagaba. El tiempo no paraba, corría mucho más deprisa de lo normal. De pronto apareció el inspector Tellería, el cual era uno de los policías más introducidos en el tema de ETA y le dio a Don Augusto una solución rápida, la cual no dejaba de entrañar peligro pues esa gente eran muy astutos y era posible que se diesen cuenta del engaño. Le entregó la cantidad exigida por los secuestradores, tal y como lo habían pedido en billetes de 500€ y el maletín para transportarlos. Dentro habían metido un micro chip, tan diminuto como un grano de arena, en el cual se iban a grabar todos los movimientos de los individuos que lo recogiesen así como las conversaciones, además el dinero era falso. Era de una buena fabricación que la policía había mandado hacer precisamente para estos casos. Don Augusto aceptó pues lo primero era salvar a su hijo. Con mucho miedo y sin que aparentemente nadie lo siguiese, fue a la cita en el Hotel María Cristina. Pidió en el mostrador la llave de la citada habitación 666 y se dirigió hacia ella con paso lento y cansino. Estaba a punto de derrumbarse, pero no se lo podía permitir, tenía que hacerlo por Álvaro, era mucho lo que se estaba jugando. Siguió todos los pasos que le habían indicado. Entró en la habitación, muy despacio, dejó la puerta entreabierta, colocó con sumo cuidado el maletín bajo la primera cama. Una vez concluida la operación, volvió tras sus pasos, saliendo de la misma cerrando la puerta. Antes de que se hubiese cerrado del todo oyó una voz que decía “si todo está bien, tendrá noticias nuestras”. Eso quería decir que allí dentro estaban los secuestradores. Que habían visto como introducía el maletín bajo la cama. ¿Ahora qué pasaría? Menos mal, que no le había acompañado nadie o al menos eso era lo que él creía. Había pasado mucho miedo mientras hacía la entrega y durante el trayecto de ida y vuelta. Por orden del inspector Telleria había ido él solo, no había permitido que fuese ninguno de sus hijos con él. Esas habían sido las instrucciones y cuanto más se atuviesen a ellas mejor sería para Álvaro, había más posibilidades de que no desconfiasen y lo soltasen cuanto antes. Cuando Don Augusto llegó a su casa, estaba extenuado, le dolía mucho la cabeza y sentía una gran opresión en el pecho. Antes de que pudiese decir nada, cayó desplomado sobre un sillón del salón. Llamaron de inmediato una ambulancia, al pobre hombre le había dado un infarto. Fue ingresado en La Residencia y allí lo trataron hasta que consiguieron estabilizarle, lo cual no fue nada fácil pues era demasiada presión la aquel hombre tenía encima. Doña Antonia seguía sedada, era normal con todo lo que estaba pasando, la chica de servicio no se separaba de ella, la atendía con gran cariño, ella también estaba muy afectada. Pasaban los días y seguían sin recibir noticias de Álvaro, todos esperaban que al hacer la entrega del dinero le soltasen sin demora, pero no fue así. Una mañana, tocaron a la puerta y cuando la muchacha salió a abrir había un mensajero con un pequeño paquete a nombre de Don Augusto, firmó y el hombre se marchó. Cuando Julián el hijo mayor llegó a casa, Mariana, la chica de servicio, le entregó el paquete ya que su papá estaba en el hospital. Volvieron a llamar a la puerta y esta vez era el inspector Tellería, se dirigió al despacho donde se encontraba Julián, por indicación de la sirvienta. Una vez juntos, abrieron el paquete, ¡oh Dios! que sorpresa tan desagradable. Dentro había un dedo del pie de Álvaro junto con una nota que decía “Este es el primer trozo que recibís” si creéis que nos habéis engañado, los únicos perjudicados sois vosotros y por supuesto vuestro hijo. Volveréis a saber de nosotros. Aquello era la peor pesadilla que nadie pudiese tener en su vida. Casi tres meses de la desaparición de Álvaro y sin noticias, cada minuto, cada segundo era un martirio para la familia, cualquier ruido o llamada de teléfono, un sobresalto. Doña Antonia, aunque iba dejando poco a poco la medicación, no la podía abandonar del todo, era como si hubiese muerto en vida. Don Augusto, había salido del hospital, pero no levantaba cabeza. Los hijos, Julián y Fernando habían tenido que hacerse cargo en su totalidad del negocio, los padres no eran capaces en esos momentos de atender nada que no fuese su recuperación. Esta era lenta, pero como Don Augusto decía, hay que seguir para delante, al menos hasta que volvamos a tener a Álvaro con nosotros. Pasaban los días y pesaban como losas sobre sus cabezas, si uno pesaba, el siguiente pesaba más. El inspector Tellería, seguía llegándose a la casa a diario y él tampoco les podía dar noticias nuevas. Una mañana, nada más entrar el inspector, sonó el teléfono. Lo tomó la sirvienta y quien estaba al otro lado preguntó por Don Augusto, éste rápidamente lo tomó con voz temblorosa. -¿Quién habla? -Aprovechando que tiene usted al inspector Tellería a su lado, puede decirle que seguimos manteniendo el firme propósito de que nos entregue el dinero que le habíamos solicitado. Esta vez será dinero de curso legal. Piénselo bien, esta vez el trozo que enviaremos de su hijo será más grande, hasta que se lo devolvamos mutilado del todo y muerto. Le comunicaremos en breve, el lugar de la entrega, repito sin trampas.- Estaba claro que sabían todos los movimientos que hacían, estaban vigilados. ¡Dios mío! ¿Qué podemos hacer? ¿De dónde sacamos el dinero? ¿Usted qué opina inspector? usted está acostumbrado a esto, pero nosotros. No se me ocurre nada, esto es ciertamente muy complicado y por otro lado está en juego la vida de su hijo. Si ustedes no tienen ese dinero en efectivo, no queda nada más que esperar, pero el tiempo corre en contra. Solo se me ocurre, quedó pensando unos momentos, que pida usted un préstamo al banco, poniendo como garantía su fábrica, esa sería la única forma de que se lo diesen. Llegada la noche, Don Augusto y su esposa, juntaron a sus hijos y esposas y les expusieron la solución que había dado el inspector Tellería. Estos aunque no estaban de acuerdo pues era el sustento de toda la familia, por otro lado podía ser la salvación de Álvaro. Tal como estaban los negocios, si luego no podían hacer frente a los pagos del préstamo, se quedarían todos en la ruina. Por unanimidad, decidieron que lo más importante era recuperar a Álvaro, lo demás se iría viendo con el tiempo. Por la mañana bien temprano, se dirigieron los padres e hijos al Banco de Santander para tratar de hacer la operación. Debían ir todos pues todos eran accionistas de la empresa y se necesitaba la firma del conjunto. Lo consiguieron, no sin dificultades y pagando un excesivo interés como es lógico. Ya tenían lo más importante, el dinero, ahora habría que volver a esperar noticias de los secuestradores. Pasaron tres días y el teléfono volvió a sonar. Esta vez fue Julián el que contestó. Debido a la igualdad del tono de voz con la del padre, le dieron las instrucciones pertinentes. -Deberá usted personalmente y absolutamente solo, ir al Monte Igueldo, concretamente al parque de atracciones. Deberá llevar el dinero, en billetes de 500€, metido en una bolsa de deportes azul con rayas rojas, de tamaño mediano. Se montará en el carrusel sobre el caballo blanco con pintas negras. Colgará la bolsa en la oreja derecha del caballo y en el momento en que pare la atracción, se bajará de inmediato si volver la cabeza para atrás. Lo hará mañana a las 3 de la tarde. Recuerde debe de ir solo.- Nada más levantarse, D. Augusto y su hijo Julián, se fueron a comprar la bolsa de deportes y a continuación al banco a sacar de la caja de seguridad el dinero que en ella habían depositado. Estaban ansiosos de hacer la entrega para ver si conseguían que Álvaro fuese devuelto cuanto antes a su familia. Don Augusto, muy decaído y con pocas fuerzas, fue hacia el Monte Igueldo acompañado por su hijo Julián, pero desde luego no se acercó ni un momento hacía la atracción que los secuestradores le habían indicado. El padre, con la bolsa de dinero en la mano bien asida, llegó hasta el carrusel e hizo todo cuanto les habían exigido. Cuando aquel cacharro se paró Don Augusto, no sin dificultad, se apeó y fue caminando lentamente hasta donde se encontraba su hijo esperándole. Volvieron a casa cargados de ilusiones y esperanzas, aún sabiendo que les habían dado a los secuestradores el esfuerzo de toda su vida y muy probablemente una ruina segura. Transcurrían las horas, los días y seguían sin saber nada de Álvaro, aquella situación se estaba convirtiendo en un autentico infierno. A los veinte días, llamarón a la puerta del domicilio familiar y otra vez era un mensajero, portaba un paquete más grande que el de la vez anterior, muy bien precintado. Esta vez fue Fernando el que recibió la entrega. Nada más cerrar la puerta al mensajero, apareció el inspector Tellería. Se dirigieron Fernando y él al despacho del padre y allí abrieron el paquete. Fernando dio un salto junto con un grito espantoso, al escucharle, acudieron los padres y la muchacha de servicio y allí estaba la prueba más espantosa. Una mano de Álvaro, no había duda de que era de él, llevaba el anillo que le habían regalado sus padres. ¿Qué había pasado? ¿Cómo era posible? ellos habían pagado, su hijo, su hermano, estaba siendo despedazado y ellos ya no tenían la posibilidad de conseguir más dinero, se habían despojado de lo que les mantenía a todos. ¿Y ahora qué?, nadie podía explicarse lo que había sucedido. El inspector Tellería, estaba muy tranquilo, solo decía, ya habrá más noticias, no desesperemos. Pero como no desesperar, la próxima pieza que les entregasen cual sería. A los pocos días, los secuestradores volvieron a telefonear. -Verán que no amenazamos en broma, que les ha parecido la mano de su hijo. Basta ya de jueguecitos, no nos gustan las bolsas llenas de papeles. Preparen lo convenido o lo siguiente será mucho peor.- ¿Qué había pasado? ellos habían metido todo el dinero en la bolsa, no era posible que solo hubiese papeles como decían los secuestradores. Fernando, tremendamente inquieto y sin mediar palabra, se fue a la policía, contó todo lo sucedido. Allí sabían que el inspector Tellería era quien llevaba el caso y que estaba haciendo todo lo posible por averiguar cualquier detalle. Si el inspector Tellería estaba siempre merodeando por su casa y casualmente nada más hacer las dos entregas el mensajero, él había aparecido de inmediato, sin aportar nada nuevo y no dándose por sorprendido de lo que contenían los paquetes. Aquello a Fernando se le hacía extraño, no le cuadraban muchas cosas de las que estaba observando y así se lo comunicó al jefe de la policía. Este inspector, sabe casi cuando van a llamar los secuestradores, no deja de merodear todo lo que hacemos, los pasos que damos, incluso fue él quien sugirió que pidiésemos el dinero al banco para pagar el secuestro. El jefe de la policía, observó y tomó nota de todo lo que Fernando decía. Efectivamente era raro lo que estaba sucediendo. ETA normalmente no actuaba así, tenían otros modos operandi. ¿Qué estaría sucediendo? ¿Habría otra organización y se hacían pasar por ETA? Fue entonces cuando hubo un total despliegue policial, el domicilio fue rodeado de día y de noche, tanto en la calle como dentro de él. Hacían relevos cada ocho horas y a partir de entonces, el inspector Tellería, acudía de tarde en tarde, ya no estaba dando la vara de continuo y por supuesto que los secuestradores seguían sin llamar. Había pasado casi un año y del pobre Álvaro nada se sabía, solo el sufrimiento que su familia tenía. La policía seguía en la casa y aquello se había convertido en un cuartel general en lugar de una vivienda tranquila como había sido toda la vida. Un día a las cuatro de la madrugada, tocaron al timbre de la puerta, los guardias, seguidos por el padre y los hermanos de Álvaro se apresuraron a abrir. Por fin, ¡Dios mío! eres tú gritó el padre. Hijo, hijo mío, ¿qué te han hecho? era en efecto Álvaro, muy demacrado, muy delgado y muy maltratado, andando con dificultad y con un muñón en la mano derecha, el cual se veía que había sido infectado y curado de mala manera. Rápidamente, los hermanos acompañados por la policía, se apresuraron a llevarlo al hospital para que lo atendiesen en las debidas condiciones. Pasados unos días y cuando Álvaro se sintió con fuerzas para contar todo lo que le había sucedido, explicó que el dedo del pie se lo amputaron con unas tijeras de podar árboles y la mano se la serranos con una radial. Tuvo unos dolores espantosos y solamente le habían dado alguna aspirina y curándole malamente las heridas. El sentía que se le podían gangrenar y morir sin volver a ver a su familia. Álvaro tuvo que someterse a muchas interrogaciones policiales, el caso seguía abierto. ETA, nunca reivindicó su secuestro y había que esclarecer lo sucedido. Lo único cierto era que el inspector Tellería, se iba apartando del caso, casi de puntillas, eran sus superiores y compañeros los que ahora estaban centrados en el asunto. Le enseñaban fotos y fotos para que tratase de reconocer a alguno de sus secuestradores, pero nada, bien es verdad que cuando se acercaban a él para darle la poca comida que le daban y cuando le hicieron las amputaciones, iban tapados totalmente, solo se les veían los ojos y hablar, hablaban lo justo, casi con monosílabos y no todas las veces era el mismo quien se acercaba a él, incluso alguna mujer estaba involucrada en el asunto. La policía no hablaba nada, solo estudiaba un día y otro. Pasó bastante tiempo antes de llegar a una clara conclusión. El inspector jefe, se personó un día en casa de Álvaro para dar explicaciones de lo que creían haber averiguado. -El inspector Tellería, era uno de los mejores agentes con que contaba la policía en esos momentos, era un hombre que había resuelto satisfactoriamente muchos casos de secuestro pero, había algo que últimamente venían observando- (Era un padre de familia como tantos otros, pero al que le gustaba vivir bien, es decir, por encima del sueldo que como inspector obtenía. Sabían que se habían endeudado varias veces, aunque había podido resolver sus problemas. Ahora, había comprado un chalet, un coche de alta gama para él y otro para su esposa, cosas que desde luego se escapaban de su bolsillo.) Andaban tras sus pasos pero les era imposible saber exactamente con lo que andaba. Sabían que se reunía cuando terminaba su servicio según qué días, con unos hombres en un bar de pinchos en el puerto, justo el bar en donde Álvaro tomaba el aperitivo con sus compañeros, nadie conocía a esos hombres pero, siempre se sentaban en una mesa al fondo del local, donde era muy difícil escuchar lo que hablaban. Unos hombres de aspecto dudoso que podían pasar fácilmente por confidentes y eso era cosa que entre policías era casi normal, sobre todo en los temas que él llevaba. Era muy importante tener a alguien que pueda informarte de ciertas cosas para tú poder efectuar tu trabajo y no ser reconocido, ir a tiro hecho, cuando la presa estuviese en la jaula. Álvaro y sus amigos también los habían visto alguna vez pero nunca repararon en ellos como algo extraño. Pues bien, el inspector y sus hombres, si se habían fijado en ellos, los habían estudiado y habían tomado sus propias decisiones. El inspector Tellería, fue quien preparó todo el secuestro, lo llevaron a los bajos de su chalet y allí fue donde lo tuvieron todo el tiempo. Incluso su esposa era la que alguna vez lo bajaba la comida. En el garaje, había un cuartucho como de trastero, justo al lado había un pequeño aseo, en el cual hicieron las amputaciones, sin higiene alguna. El por otro lado nunca había salido de allí y sabía que era el garaje por el ruido de los vehículos. Siempre le tuvieron con una luz de emergencia, simplemente para cuando iba al aseo, nada más podía ver. Tellería había propuesto el secuestro a los individuos con los que se reunía y así poder sacar el dinero para pagar sus deudas. Fue arrestado y puesto a disposición judicial. No tuvieron compasión ni con él ni con su familia, así como con los secuaces que lo acompañaron, como ellos no la tuvieron con el pobre Álvaro. Una persona inocente que pagó la avaricia de cuatro individuos sin escrúpulos. Fueron castigados con arreglo a la ley, lo que es de suponer que el castigo no duraría mucho tiempo, dadas las circunstancias del país. Álvaro en cambio, llevó a cuestas toda su vida la falta de sus miembros y una sensación de angustia por todo lo que le había pasado y se hizo un viejo mucho antes de lo que le correspondía. Para él sí que fue un castigo el vivir con esa carga. (Es decir, como tantas veces, el inocente es el verdadero reo de la situación). PILAR MORENO

miércoles, 26 de marzo de 2014

MALAS PASADAS

Malas pasadas nos juega el destino incierto y aunque lancemos un juramento todo se queda en la nada Con este trasto de cuatro ruedas que con el cuentas con fundamento se le antoja quedarse parado en el peor momento A quien recurro yo ahora? Se preguntan mis adentros Al de siempre tendrás que ir Responde mi intelecto Acostumbrada ya estás más no por eso deseas escuchar tanto predicamento PILAR MORENO 26 Marzo 2014

martes, 25 de marzo de 2014

...DESPUÉS DE MUCHOS AÑOS

Os voy a presentar un jardín silencioso, que guarda recuerdos y aventuras de otras épocas. Un jardín romántico construido en el siglo XVIII, al puro estilo de Versalles. Se accede a él por una plaza circular que en su día albergó diversas corridas de toros. Dando acceso al paseo de los duelistas, llamado así por las esculturas que representan a dos personas que se baten a muerte. Continuamos paseando y nos encontramos con la Exedra o plaza de los Emperadores, construida en memoria de la que fue su primera dueña. El laberinto, lugar concebido para los juegos amorosos y los escondites. El palacio, en cuya fachada se encuentra la fuente de los Delfines y las ranas. Goza en su interior de grandes obras de Goya, entre las cuales se encuentra “El Columpio”, “Las Cuatro Estaciones”, “La merienda Campestre”, o “La Pradera de San Isidro”. Este insigne pintor pasó largas temporadas en dicho palacio. El abejero, pequeño palacete dedicado a Venus, tiene a sus lados unas alas en donde se encuentran unas colmenas que permiten ver a las abejas al estar recubiertas de vidrio. Sus moradores pasaban grandes ratos viendo laborar a estos pequeños animalitos. En el recorrido por este amplio jardín, podemos observar como abundan los árboles del amor. Otro de los monumentos que lo adornan es el Templo de Baco, un ejemplar único de fuertes influencias clasicistas, en el que se representa la figura de Baco sobre un promontorio que le convierte en uno de los parajes más románticos del jardín. Para divertimento de los niños, se creó un fortín con foso y cañones incluidos. Más adelante nos encontramos con el embarcadero, construido en estilo chinesco. Se le daba un uso romántico. Los invitados a palacio accedían a través de él navegando hasta el Casino de Baile, que es uno de los caprichos más significativos de este peculiar jardín. Bajo este edificio, se encuentra un gran pozo del que mana el agua que cae a la ría a través de la talla de piedra de un enorme jabalí. En este casino se dieron muchos de los bailes más importantes de aquella época. La Casa de la Vieja, una casa de labranza que existía en la finca mucho antes de ser adquirida por los dueños y que a día de hoy se conserva. La Ermita, de aspecto ruinoso en la cual habitó un ermitaño que sorprendía a todos los paseantes que se perdían por aquel jardín. Pasados muchos años, este precioso lugar albergó el cuartel del General Miaja, quien lo dotó de túneles antiaéreos. En este refugio se decidió la rendición de Madrid y el final de la guerra civil. Hasta este momento no había dado el nombre de la ciudad en la que se encuentra el jardín referido. Uno de los más bonitos que posee la capital de España. Su nombre es “El Capricho” y sus fundadores y moradores, fueron los Duques de Osuna. Fue un lugar de gran algarabía y distracción para la época, en el se celebraron las más bellas fiestas y recepciones gozando de una alegría permanente. En la actualidad es un jardín silencioso, pertenece al ayuntamiento de la ciudad y solo admite visitas guiadas y de pequeños grupos ¿Qué lástima, debe sentirse muy triste después de haber gozado de tanta grandeza! PILAR MORENO 25 – Marzo - 2014

domingo, 23 de marzo de 2014

ES MI NIETO

Siento tus brazos rodear mi cuello Tus manos calientes acariciar mi cara Miradas dulces y serenas hasta que tus ojos se cierran Después escucho tu tranquila respiración Te aprieto contra mi pecho Es en ese momento cuando siento algo tan profundo que inunda mi cuerpo Te beso, te acaricio, velo tu sueño Espero tu despertar para reanudar nuestros juegos Te siento tan mío, que a veces pienso ¿Habré vuelto a parir y no lo recuerdo? Pero tan solo es la ilusión Cuando te veo ya despierto Veo esa carita y me digo este ES MI NIETO PILAR MORENO - 23 Marzo 2014

DESCANSE EN PAZ DON ADOLFO SUAREZ

Todos los españoles de bien te damos el último adiós. Esperamos que allá donde estés veles por tu patria, como hiciste siendo el primer Presidente de nuestra reciente Democracia. Supiste hacer el cambio más importante que jamás se había conseguido, pasando de la dictadura del General Francisco Franco a la Democracia, sin el derramamiento de una sola gota de sangre de los españoles. Solo esperamos que los que ahora nos gobiernan y sus sucesores, se fijen en la inmensa labor que hiciste en nuestro país y tengan a bien seguir tu ejemplo. 23 Marzo 2014

viernes, 21 de marzo de 2014

EL BUEN GAMBERRO

Jaco, Simón, Tulo y Remi eran amigos desde la más tierna infancia. Jugaban sin descanso por todo el pueblo. Daban grandes carreras uno detrás de otro para ver quien llegaba antes a algún lugar que ellos se hubiesen marcado. El pueblo entero había hecho matanza y cada uno ponía a secar sus productos en el lugar más apropiado para ello. Unos la colocaban en la hornera en donde hacían en tiempos el pan y así podían ahumar los chorizos y lo que requiriese ese proceso. Otros lo colgaban en el tenado de sus casas, los había que tenían bodega y en ella un lugar apropiado para ese menester. Era un invierno muy frio y por ello se suponía que los géneros obtenidos de sus cerdos, tendrían una buena curación. Eulalio y Dolores, colocaron todo en sui bodega con sumo cuidado, habían trabajado duro, habían matado tres cerdos y con ellos debían de tener embutido para ellos y sus hijos que vivían en la capital. Mateo y Engracia, lo habían subido al tercero como ellos llamaban al tenado de la casa, allí se conservaba todo muy bien y además como eran muy desconfiados, pensaban que era el único lugar que al estar dentro de su vivienda nadie podía tener acceso a ello. Ricardo y Rosa, lo habían llevado a la hornera que estaba justo a la vuelta de su casa, esa labor la habían efectuado por la noche para que nadie viese lo que allí guardaban. Simón, Tulo y Remi, eran unos golfillos que aunque estaban bien alimentados, no dejaban de meter las narices en cualquier sitio que hubiese algo de comer, en cambio Jaco era el más cariñoso de todos, nada le faltaba. Un buen día Ricardo, se asomó a la hornera para ver cómo iba el proceso de secado de sus chorizos, fue entonces cuando se dio cuenta de que le faltaba alguna ristra. Volvió a su casa y le preguntó a Rosa ¿tú has cogido alguna ristra de la hornera? ¿Cómo voy a coger nada de allí? Todavía tengo en el arcón lo que quedó del pasado año. A los dos día el Mateo apareció por casa de Ricardo y le dijo –oye, me faltan chorizos y una panceta adobada- ¿Quién habrá podido ser si no hemos faltado de casa? Por la tarde de ese mismo día, Dolores comentó que había encontrado un jamón todo mordido y le faltaban chorizos. Aquello era todo un misterio, no habían visto a nadie. Engracia que era muy espabilada, dijo ¿no habrán sido Simón, Tulo y Remi? Ya sabéis que son aficionados a hacer trastadas, pero ninguno creyó que fuese ninguno de ellos y Jaco era impensable, tenía a su alcance todo lo que quería y nunca había tocado nada. Pero las faltas se siguieron produciendo por lo que los tres hombres decidieron montar guardia y tratar de sorprender al ladrón. A eso de las tres de la madrugada, en la hornera Ricardo que estaba escondido y tumbado en el suelo, sintió un pequeño ruido, muy suave apenas detectable, provenía de un rincón en donde la tierra estaba hueca y cuál fue su sorpresa al ver aparecer por allí al bueno de Jaco, con gran destreza dio un brinco alcanzando una ristra de chorizos y a toda velocidad salir por el mismo sitio por el que había entrado. Ricardo salió corriendo y al llegar a la calle, pudo ver como los cuatro canes daban cuenta del botín que Jaco había conseguido. La moraleja es que no hay que fiarse ni del más cariñoso, ni del mejor alimentado ni del más tontorrón pues en cualquier momento cualquiera te la puede jugar. PILAR MORENO 18-Marzo-2014

lunes, 17 de marzo de 2014

SIEMPRE CONTIGO

A pesar de nuestras peleas, siempre te pondré a ti en primer lugar y siempre te cuidaré. Cuando me vaya te dejaré un abrazo para los malos momentos, ya que en los buenos te sobrarán amigos.

LECCIONES

LECCIONES Si no vamos a donde no somos invitados Si no nos metemos en donde no nos importa Si no hablamos de lo que no sabemos Es que ya hemos comenzado a aprender las lecciones. A veces la soledad es el precio de nuestra libertad. Adopta el ritmo de la naturaleza, su secreto es la paciencia. El trabajo más difícil y más importante es el que haces contigo mismo. La sonrisa más bella, llega siempre después de la lágrima más dolorosa. Lo que se busca se encuentra, lo que se descuida se pierde. Una sola mentira, pondrá en duda todas las verdades. Arriesgar es perder un poco, no hacerlo es perder todo. El agua hace que el barco flote, pero también lo puede hundir. Si deseas que tus hijos tengan los pies en la tierra, pon responsabilidades sobre sus hombros. La vida me dice que cada momento feliz hay que disfrutarlo como si fuese el último. El silencio es la mejor frase que a veces se puede escuchar. Las personas son como vidrieras, que brillan y brillan cuando hace sol, pero al oscurecer su verdadera belleza solo se revela si hay luz en su interior. PILAR MORENO

FRASES

No hay careta que pueda disimular el amor que no existe ni ocultar el verdadero. El dolor suele ser el mejor maestro de nuestra vida. Si llegas lejos, nunca olvides de dónde vienes. Ponte mis zapatos y anda mi camino si es que quieres juzgar mi vida. No quieras hacer de profeta diciendo que las cosas te van a salir mal, el éxito no es siempre lo que tú ves. Los mediocres siempre se esconden tras una máscara de hipocresía. Si sigues mirando hacia atrás, nunca verás el mañana. La felicidad es una conquista, aunque a veces sea una bendición. Mirar siempre a los ojos de la persona que tienes enfrente, no te permitirá mentir nunca. Todo lo que hagamos en la vida, tendrá eco en la eternidad. Amo demasiado a la gente que me ama, por eso no puedo perder el tiempo en odiar a quien me odia. PILAR MORENO

martes, 11 de marzo de 2014

ME PREGUNTAS ¿POR QUE ESCRIBO?

Yo también me hago esa pregunta. Hace muchos, muchos años, mi profesión de secretaria, me obligaba a escribir diariamente infinidad de cartas comerciales. Unas me eran dictadas por mi jefe y otras simplemente me daba una nota de a quién tenía que dirigirla y el tema que debía exponerle. Fue mucho el trayecto que recorrí por ese mundo. Mi andadura escribiendo en la oficina, comenzó el 2 de Enero de 1967 siendo todavía una niña como quien dice. Mi primera experiencia fue con una máquina de aquellas negras Hispano Olivetti modelo HO-M40, era un gran artilugio pesado pero que escribía de maravilla, con una letra de las que ya no se han vuelto a hacer y con una suavidad y sonido inconfundibles. Después mi jefe consideró que esas máquinas estaban pasadas de moda y adquirió un lote de Lexicon-80 también de la casa Olivetti pero que eran duras como piedras, allí había que aporrear las teclas con todas las ganas y en las cuales raro era el día que no dejabas quebrada alguna uña. Pasado un tiempo, obtuve un premio por parte de la jefatura, yo era la que más horas pasaba al día frente a la máquina y me compraron una eléctrica Letera se llamaba y que fue mi delirio, claro está que acostumbrada al duro teclado de la anterior, el carro al principio parecía que se iba a salir de su sitio, hasta que fui capaz de cogerle el tino exacto. A partir de 1972, cuando dejé de trabajar por matrimonio, tuve la necesidad de adquirir para mi uso personal una máquina portátil que a día de hoy conservo. Con ella he ayudado a mis hijos en sus estudios a pasarles trabajos antes de que apareciese el ordenador. Una vez que ha aparecido este nuevo modo de poder escribir y a la vez comunicarse con el resto de los mortales, he decidido que es mi compañero de aventuras durante todas las tardes y con el que cuento para poder expresar todo lo que mi cabeza piensa. Hay Veces en las que uno se siente inspirado, acuden las musas a la mente y te facilitan las palabras que quieres expresar, pero hay otras en las que se atascan en el cerebro y no hay forma de que fluyan, de todas formas no importa, creo que escribir es un fácil método y no químico para mantener mis neuronas en pleno funcionamiento, es más divertido escribir y menos dañino que tomar algún medicamento. Para mí es un divertimento, económico, y relajante. Cuando los demás en casa están viendo la televisión basura y dando gritos por algún partido de futbol, yo me recluyo en mi habitación con el ordenador y escribo lo primero que se me viene a la mente. Es un ejercicio que se lo recomiendo a todo el mundo. PILAR MORENO 11-MARZO-2014

martes, 4 de marzo de 2014

DESAPARECIDA

El cuerpo de aquella joven reposaba sobre el camastro de la pequeña habitación. Allí había dado su último suspiro ¿Quién sabe por qué? Doroteo la había encontrado bajando de la montaña, daba un tras pies detrás de otro y él la llevaba observando largo rato, llegó un momento en que pensó que iba a tropezar y no se iba a levantar pues sus pasos eran muy cansados e inseguros. Temiendo una caída, dio grandes zancadas hasta ponerse a su altura, con voz agitada le preguntó si le pasaba algo pero no obtuvo respuesta alguna. Cortésmente le cogió del brazo y le ayudo en lo que quedaba de camino, la miró a la cara y vio una palidez extrema, los ojos hundidos en sus cuencas y la boca tan seca como pasto en agosto. Volvió a preguntarle ¿qué le sucedía? pero tampoco hubo respuesta alguna, solo una agitada respiración, parecía escapársele la vida a cada paso que daba. Como no oponía resistencia a su ayuda, Doroteo decidió llevarla hasta la cabaña del pastor en donde la podría ofrecer al menos un trozo de pan y algo de leche. A la entrada de la choza, la muchacha flaqueó nuevamente y en esta ocasión cayó desplomada sobre el suelo de la misma. Él la tomó en sus brazos y la condujo hasta el jergón depositándola sobre él con sumo cuidado, fue entonces cuando vio la hermosura de aquella criatura, parecía una virgen de las que había visto pintadas en las estampas, sus rubios cabellos que aunque enmarañados por el viento eran como tirabuzones de oro, las blancas mejillas tan purpúreas que parecían nunca haber recibido tonalidad alguna y los labios que los cubría un leve tono azulado, por eso Doroteo supo que algo no iba bien, mejor dicho nada bien. La acomodó lo mejor que pudo en aquel lugar y fue a taparla con una raída manta, en ese momento es cuando apreció que por debajo de sus faldas corría un hilo de sangre. Con mucha timidez y cuidado le levantó las mismas y comprobó de donde venía aquel hilo que por la parte de arriba era un auténtico charco. Trató de despertarla, dándole golpecitos en la cara y hablándole con dulzura, le pedía que aguantase que iba a pedir ayuda pero que el pueblo todavía quedaba un poco lejos. Como no le respondía, Doroteo salió corriendo en busca de alguien que pudiese ayudarlo, el médico si se encontraba, la partera, cualquiera, él era hombre y no estaba acostumbrado a cosas de ese calibre. A su regreso con el doctor, la muchacha había expirado. El doctor le recomendó que se quedase en la cabaña acompañando el cadáver en lo que él se llegaba al pueblo para dar aviso a las autoridades de lo sucedido. Así lo hizo. Era un crudo día de invierno y hacía un tremendo frio en aquel lugar, por eso Doroteo encendió la cocina baja que había en el lugar para tener un poco de calor en lo que iban a solucionar el problema que allí había sucedido. Una vez que hubo un buen fuego, acercó un robusto tronco de leña sobre el que se sentó para poder calentarse. Miraba de hito en hito al cuarto en que se encontraba el cuerpo de la desdichada. No tenía miedo en sí de ella, pero mientras escuchaba el crepitar de las llamas de aquella cocina, si sentía temor de lo que las autoridades pudiesen pensar de él y de si sería acusado de haberle proporcionado algún mal a la chica aunque por los alrededores no se la conocía de nada, al menos ni el doctor ni él, la habían visto jamás. Cuando el doctor llegó al pueblo, pasó por el cuartelillo para dar parte a los civiles de lo que había acontecido en la cabaña que servía de refugio a los pastores. De inmediato, una pareja de guardias se puso en camino para interrogar a Doroteo y decidir lo que había que hacer con aquel cuerpo. Los agentes, que llevaban tiempo en el pueblo, tampoco conocían de nada a aquella zagala. Revisaron su cuerpo y no encontraron por ninguna parte documentación alguna que acreditase quién era y de donde procedía. Dejaron nuevamente a Doroteo al cuidado del cuerpo en lo que ellos ponían el caso en conocimiento del señor juez para hacer el levantamiento del cadáver y hacerle la autopsia. Ya estaba todo en poder de las autoridades, realmente Doroteo no tenía nada que ver en el caso, simplemente había tratado de ayudar a la finada en sus últimos pasos. Cuando llegó el señor juez, hizo la oportuna inspección ocular y ordenó que llevasen el cuerpo de la fallecida al depósito del cementerio municipal, lugar en el que el médico sabría lo que habría de hacer para esclarecer en lo posible los hechos. Transcurría el mes de febrero de 1942, estaba recién terminada la contienda civil en España y los medios de comunicación eran lentos y escasos por eso, no había llegado aún a Cervera de Pisuerga la noticia de la desaparición de una muchacha en la comarca de la Liébana hacía varios días y que era de características similares a las de la fallecida en dicho lugar. Una vez que el doctor había examinado concienzudamente el cuerpo, llegó a la conclusión de que el agotamiento físico, la falta de alimentación y su estado de buena esperanza, habían sido una fatal combinación para vida de la desdichada. La pérdida del bebé que esperaba fue el último cartucho que quedaba en su recámara para poder sobrevivir. Una tremenda hemorragia, había terminado por arrancarla de este mundo. Los parientes de la chica desaparecida en Camaleño, se personaron lo antes que pudieron para reconocer el cadáver si realmente era la persona buscada. A su llegada al cementerio de Cervera, los peores augurios se habían confirmado, era su hija realmente aquel ángel dormido que reposaba su cuerpo sobre aquella pila de piedra. Marcela Sotillo García era el nombre de aquella infortunada la cual solo contaba veintidós años de edad. Era la hija pequeña de una familia humilde del pueblo de Camaleño en la comarca de la Liébana, la cual tras terminar la guerra en 1939 fue comprometida y dada en matrimonio a un terrateniente del pueblo vecino de Cillorigo, los padres pensaron que con estas nupcias su hija al menos no pasaría las penurias que ellos estaban pasando. Eran labriegos pero aquellas tierras habían quedado arrasadas y costaría mucho trabajo volver a poder sacar beneficios de ellas para mantener a familias enteras. Genaro, aceptó enseguida el casamiento pues hacía tiempo que había echado el ojo a Marcela que era una belleza, además de bondadosa y trabajadora. Una vez la había hecho suya en cuerpo y alma, aquel marido, no era precisamente lo que ella había soñado o lo que al menos esperaba de él. Era un auténtico tirano, para él era realmente su esclava, la trataba peor que a los verdaderos criados y le hacía trabajar junto con estos en las tierras, con el ganado y con todo lo que a él se le antojase. Después al terminar la jornada, debía comportarse con él como una amante esposa, haciéndole disfrutar de todas las vejaciones que se le ocurriesen. La insultaba y la humillaba todo cuanto podía. Marcela aguantaba todo lo que podía pues como sus padres le hacían ver era su deber de buena esposa. No le faltaba que comer y además a ellos les ayudaba comprándoles géneros que de otra forma no podrían vender en el mercado con lo que ellos también se beneficiaban del matrimonio. Así pasaron tres años, pero Marcela cuando descubrió que se había quedado en cinta, se dijo para sí que aunque no había sido concebido aquel hijo de la mejor forma, no estaba dispuesta a que sufriese el mismo trato que ella y durante un tiempo estuvo madurando la forma de librarse de aquel individuo. Una mañana, Marcela al amanecer el día que es cuando la hacía ponerse en pie, sintió un gran mareo y comenzó a vomitar, fue entonces cuando vio claramente lo que podría ser aquel embarazo junto a aquel hombre. Él le preguntó qué era lo que le pasaba y ella simplemente le dijo no encontrarse bien, creía que debería volver a la cama, algo no le había sentado bien, entonces sin pensárselo dos veces, Genaro cogió el cinturón que llevaba en sus pantalones y se lió a golpes con ella. “Esto te hará ponerte bien, aquí no holgazanea nadie” ¿Qué es lo que te has creído? que diciendo que no te encuentras bien, vas a hacer lo que te venga en gana, pues de eso nada. Te espero en el comedor para desayunar y decirte lo que has de hacer hoy. Nada más salir Genaro de la habitación, sin pensárselo dos veces, Marcela, salió por la puerta trasera de la casa que daba a la huerta y corrió todo lo más que pudo alejándose de la casa cuanto antes para que aquel opresor no pudiese dar con ella. Corrió y corrió hasta considerar que ya estaba a salvo y lo suficientemente lejos, realmente no le importaba la ruta tomada, no sabía a dónde iba ni por donde, pero sí que a aquel lugar no quería volver. Anduvo y anduvo hasta caer exhausta al anochecer bajo un roble que le sirvió de cobijo para descansar. Allí pasó la noche y al amanecer, antes de que despuntase el sol ya se había vuelto a poner en camino, quería alejarse lo más pronto posible. No había tomado nada, ya eran 24 horas las que llevaba sin alimento alguno en el cuerpo. Llegó a un lugar en el que solo se podía seguir camino por cuestas, era el Desfiladero de la Hermida, se dirigía a la provincia de Palencia pero ella no tenía ni idea. Siguió caminando, ya no lo hacía tan deprisa como al principio, sus fuerzas iban aflojando, eran ya muchos días sin alimento y en su estado, tan solo se había permitido acercarse al rio para calmar su sed, siempre había oído decir que tan solo con agua el cuerpo puede resistir mucho tiempo. Por otro lado pensaba que no estaba lo suficientemente lejos como para poder cruzarse con alguien que la reconociese y la pudiese devolver a su cárcel. Eso era mucho peor que el hambre y el cansancio que la acompañaba. Hasta su mente se iba debilitando, cada vez notaba que su cuerpo no respondía, fue entonces, cuando encontró a Doroteo y pensó que aquel hombre podría salvarle, pero cuando este le preguntó si necesitaba ayuda o ¿Qué era lo que le sucedía?, se dio cuenta de que ya no era capaz de balbucear una sola palabra, por esfuerzos que hacía, de aquella garganta no salía ni un solo suspiro. Cuando el hombre la cogió del brazo para ayudarle se sintió protegida y pensó que sería su salvación pero al mismo tiempo comenzó a notar un caliente líquido que corría por sus piernas hasta los pies. Entonces es cuando aquel piadoso personaje la condujo hasta la cabaña de los pastores, en cuya entrada se desvaneció, unos segundos después recobró el sentido y se vio en brazos de Doroteo que la depositaba sobre el catre, sintió entonces como su corazón comenzaba a latir lentamente, cada vez más despacio hasta exhalar el último suspiro.

AQUELLA COPA DE RON

Patricio como de costumbre acudió a la llamada de su jefe, no sabía lo que éste querría de él, pero no podía negarse, era su mano derecha y sin consultarle a él, había muchas decisiones que D. Gerardo no se atrevía a tomar, era su hombre de confianza y sabía que él no erraba casi nunca. En aquella ocasión como de costumbre, quería que lo aconsejase en la ubicación que mejor les convenía para la nueva galería de Arte que iba a abrir. Era un hombre ciertamente indeciso, tenía dos zonas que realmente le agradaban pero no se decidía, de ahí la urgencia en ver a Patricio. Una de ellas, se encontraba en la calle Goya de Madrid y la otra en la calle de Serrano, los dos locales estaban muy cerca uno de otro, pero no sabía por cual decidirse. Era muy importante elegir cuanto antes, pues los arrendadores no aguardarían mucho más tiempo a recibir su contestación. Patricio llegó lo antes que pudo y se puso a sus órdenes como de costumbre. Hizo algunas reflexiones con D. Gerardo y al final se decidió por el local de la calle Goya, ya que en Serrano había otras galerías que aunque no fuese a hacerles sombra pues se trataban de arte muy distinto al suyo, era mejor estar un poco distanciados para evitar confusiones en el público en general ¿Qué haría yo sin usted Patricio? Comentó D. Gerardo en tono de alabanza. Tardaron muy poco tiempo en poner en marcha la Galería, D. Gerardo disponía de unos almacenes que estaban repletos de antigüedades y cuadros y solamente faltaban algunos de los pintores con los que se había comprometido a exponer sus obras en cuanto el local fuese abierto. Uno de esos pintores, resultó ser una preciosa mujer rubia, de ojos azules, delicado talle, menuda como una muñeca y andares de pasarela. Patricio en el momento en el que la vio, quedó prendado de su hermosura. Su nombre era Lorena Puaró, francesa de nacimiento pero que había recorrido casi toda Europa pintando los más exquisitos rincones de cada ciudad. Sus cuadros parecían ser muy cotizados por todo el continente y esperaba que en Madrid no fuese a ser menos. La señorita Puaró iba escoltada por un individuo que nada tenía que ver con ella en cuanto a presencia y modales. Tenía tipo de bohemio pero a Patricio la sensación que le dio nada más verle era de que podía ser un chulo que se estaba aprovechando del éxito de madame Puaró. Prepararon todo para la exposición pero Patricio le hizo entender al buen caballero que hasta que la exposición no se abriese al público, él no podría estar en el local. Había muchos objetos de elevado valor, joyas antiguas, aderezos de collares pendientes y sortijas. Por eso, allí solo podrían estar los implicados en la exposición, es decir los montadores y los artistas, los acompañantes deberían mantenerse al margen. Patricio fue insultado por dicho hombre y le hizo un gesto de reto. –Ya ajustaremos tú y yo cuentas cuando esto acabe- En los días que duró la preparación de la exposición, Patricio y Lorena, hicieron una buena amistad, aunque a Patricio se le debía de notar que se le salían los ojos de sus orbitas cada vez que la miraba. No hubo nada más, era un espacio corto de tiempo y a la salida siempre estaba el buldog esperando en la puerta con los colmillos fuera dispuesto para atacar. Llegó el día de la inauguración de la Galería y aquello fue todo un éxito, Lorena Puaró no podía creer los cuadros que había vendido a pesar de que su precio no era nada asequible. El más barato costaba 2.500€ pero también había que tener en cuenta que había asistido a la misma lo más granado de la sociedad madrileña. Don Gerardo era un Galerista de gran fama en la capital de España. Al cierre de la exposición, se había preparado un pequeño ágape para celebrar el triunfo que la misma había tenido. Patricio era un hombre que picaba un poco de todo pero en pocas cantidades y en cuanto a la bebida solamente bebía Ron con Coca Cola. Cuando llegó la hora de tomar una copa de esa bebida, el buldog de Lorena muy solicito se la preparó con la mejor de las sonrisas, el se puso una de lo mismo y brindó muy amablemente por el éxito de Lorena con Patricio. Este que era hombre tranquilo pensó “Será mejor estar a bien con este perro”. Bebieron al tiempo los dos un sorbo cada uno de su vaso y de pronto el buldog cayó al suelo sin sentido. Cuando llegaron los sanitarios dijeron que había sido envenenado, nadie hasta ese momento se había dado cuenta de que había robado una sortija y en la parte superior había colocado veneno con la única intención de volcarlo en el vaso de Patricio pero aquella copa de Ron le jugó una mala pasada, la confundió, tomándose él mismo lo que con tan malas artes había preparado para su enemigo. PILAR MORENO – 24 Febrero 2014