martes, 24 de febrero de 2015

EL PECADO ORIGINAL

Dios creó al hombre en el séptimo día fue su obra más perfecta. Lo colocó en un gran parque llamado “El Paraíso Terrenal” y le dio toda clase de comida para que disfrutase de aquel magnifico lugar, pero claro está era hombre y al poco tiempo comenzó a decirle a Dios que él se aburría y así un día tras otro hasta que al Creador le cansó. -Bien está, si tanto te aburres, te voy a dar una compañera para que puedas pasear junto a ella, conversar y lo más importante para ti, discutir- Así lo hizo y a los pocos días le colocó a su lado una preciosa rubia. -Mira Adán, esta es tu compañera, se llama Eva, debes respetarla por siempre y permanecer a su lado para protegerla y mimarla, el único requisito que os pongo es que no comáis fruta del árbol prohibido-. Está bien Señor seguiremos tus instrucciones al pie de la letra. Se acomodaron el uno al otro muy bien, como suele pasar en los principios de toda pareja. Tanto Eva como Adán, no llevaban ropa alguna, simplemente iban cubiertos con una hoja de parra. Paseaban a diario por El Jardín del Edén sin ningún tipo de problema hasta que un día, Adán, hombre curioso donde los hubiera, le hizo a Eva una pregunta que la dejó atónita. ¿Por qué no me enseñas lo que tienes debajo de la hoja de parra? Ella sorprendida, le dijo El Señor no me ha autorizado y debo obedecerlo. - Mujer, si solo será un momento para ver si tú y yo somos iguales en esa parte de nuestro cuerpo. -No rotundamente, no, yo debo obedecer los mandatos de nuestro creador.- Adán, no dejaba de dar el coñazo tantas veces como Eva se acercaba a él. -Mira que eres pesado- te he dicho que no y estás colmando mi paciencia– Mientras discutían, de pronto se levantó una gran ráfaga de viento arrancándoles a los dos la hoja de parra. ¿Ay Dios que ha pasado? Parados uno frente al otro descubrieron que no eran iguales las partes que hasta el momento habían tenido tapadas. Ella era toda lisita con tan solo un pequeño intersticio en la parte más baja de su tronco. El por el contrario, vio que le colgaba un apéndice alargadito con dos pequeñas bolsitas del tamaño de una nuez cada una, que colgaban a cada lado. Nada más descubrir la ranura de su compañera, aquel colgajito, comenzó a crecer y engordar sin él mismo dar crédito a lo que pasaba. Fue entonces cuando unas tremendas ganas de arrimarse uno al otro comenzaron a apoderarse de ellos y de introducir aquel miembro en la abertura que había descubierto en su compañera. Gozaron cómo locos. Cuando Dios se dio cuenta de lo sucedido, los expulsó rápidamente del Paraíso y comenzaron sus penurias. Con esto quiero decir, que el cuento que toda la vida nos contaron de la serpiente y la manzana, solo era eso un puro cuento y que el árbol de la fruta prohibida a que el Señor se refería era simplemente a que no debían hacer el amor como simples mortales o justamente se convertirían en eso en mortales. PILAR MORENO 19 Febrero 2015

martes, 17 de febrero de 2015

CAMINANDO POR SIBERIA

La segunda guerra mundial había concluido aunque en muchos sitios todavía no había llegado la noticia. En el campo de concentración y de exterminio de Auswitch seguían los trabajos aunque por poco tiempo. Francesco, continuaba sacando cuerpos sin vida sobre una carretilla para volcarlos en una fosa común, iba descalzo pisando cantidad de nieve acumulada en los caminos. Todo su empeño era encontrar unas botas que le sirviesen pues en aquel momento el que tenía calzado poseía un gran tesoro. Llegó el día en que les dijeron que todo había terminado y eran repatriados a su país, fue entonces cuando Francesco, Pietro y Luca, decidieron hacer una piña y no separarse en lo que durase el trayecto hasta su Italia natal, habían pasado infinitas fatigas y ahora querían aunar fuerzas para llegar a su país lo antes posible. Un día tocaron un silbato y dijeron que todos debían montarse en el tren que ya estaba estacionado en las afueras del campo. Salieron corriendo para no perderlo pues eran demasiados hombres los que partirían junto a ellos. Aquel tren partió, pero para sorpresa de sus pasajeros, no iba hacia Italia, recorrería casi toda Siberia y así continuarían sus sufrimientos. Llegaron a Cracovia y los alojaron en unas naves en donde no les faltaba comida pero Francesco ya se encontraba enfermo con unas altas fiebres, aquel mal le duró varios meses sin poder ni levantarse de la litera en donde lo habían alojado en la especie de enfermería que allí había. Martina era una enfermera rusa alta y fuerte que parecía no tener sentimientos hacia nadie, pero que con Francesco se portó muy bien y le dio todos los cuidados posibles hasta que este se fue restableciendo. Pietro y Luca, mercadeaban con lo que podían y ayudaban a su amigo siempre que les era posible. Cuando Francesco por fin logró levantarse del catre, comenzó a dar pequeños paseos por los alrededores, por todo calzado llevaba unas botas con las suelas levantadas, las cuales para poder caminar las había puesto unos trapos atados con cordeles. Ya no tardó mucho tiempo en volver a salir otro tren y volvieron a tener las mismas esperanzas de en poco tiempo reunirse con sus familias, pero no fue así, retrocedieron y volvieron a dejarlos otros meses en Polonia y cada vez pasaban más fríos y más penalidades. Ya estaban los tres juntos y se dedicaban a comerciar, uno de ellos conocía a otro Francés que era bastante apañado en los negocios y éste les enseñó a vender las pocas cosas que poseían engañando a quien se lo comprase pues como la escasez era tanta, la gente compraba todo lo que le parecía en mejor estado. Ellos se las adornaban para que si una camisa tenía un agujero, taparlo de la mejor manera para que el incauto comprador no se diese cuanta hasta después de haberla pagado, entonces ellos desaparecían para no ser pillados en la trampa. Allí pasaron mucho hambre, un día se escaparon a escondidas de los demás compañeros y comenzaron a caminar por un sendero que había descubierto Luca cuando se aproximaban hacia allí en el tren. Era una granja que estaba bastante alejada pero pensaron que allí habría algo que les pudiese solucionar al menos la cena de aquella noche. Cuando llegaron a dicha granja, los habitantes muchas mujeres y un solo hombre, muy alto, fuerte y cargado con una escopeta, salieron a recibirlos y claro está ellos no sabían lo que les decían, no entendían absolutamente nada, solamente Francesco intentó hablar con ellos en alemán y también en inglés, unas cuantas palabras que había aprendido en el campo de concentración, pero no había forma, era imposible, entonces Pietro, se decidió a hacer toda clase de mímica para hacerse entender. Cuando aquellas gentes le veían hacer ciertos movimientos, se morían de la risa pero nada más. Pasado mucho rato, una de las mujeres pareció entender que lo que querían era comprar una gallina, entonces lo llevó a él solo al gallinero y Pietro dio saltos de alegría de pensar que por fin se había hecho entender. Les dieron a aquellas personas todos los dineros que habían podido reunir. Se fueron todos contentos volviendo el camino y en la estación en donde estaba estacionado el tren que se suponía los iba a devolver a sus casas, entraron y en el vestíbulo, hicieron una hoguera y allí mismo asaron la gallina, dándose un festín ya que en muchos días no habían tenido ni un trozo de pan que llevarse a la boca. Al día siguiente, decidieron que volverían a la granja a por más gallinas, pero no tenían con que pagarlas, entonces, Luca que era muy espabilado se metió en lo que eran las cocinas y como pudo sacó unos platos de loza camuflados entre sus ropas, había decidido que se los cambiarían a los granjeros por otro ave. Así lo hicieron y no tuvieron problemas en hacer el trueque pues era una época en que había escasez de todo. Repitieron la operación y después de cenar se tumbaron en el suelo de la estación y se quedaron dormidos con el calor que desprendían las brasas de haber cocinado. Por la mañana cuando se despertaron, decidieron dar un paseo por aquellos tortuosos y fríos caminos, nada tenían que hacer. Había mucha nieve todavía que no se había derretido y cuando llegaron a una especie de llanura que ellos no habían visto por haber pasado por allí siempre por la noche, descubrieron cantidad de flores que nunca antes ellos habían visto, se metieron entre ellas y Francesco se acercó a unas que mucho llamaron su atención eran realmente bellas. Cortó unas pocas e hizo un ramo con ellas, fueron hacia los barracones y al llegar a ellos, Francesco buscó a Martina y al encontrarse con ella, le entregó las flores en señal de agradecimiento por todo lo que había hecho por él, ella en ese momento exclamó ¡OH…! “Orquídeas” mis flores favoritas. PILAR MORENO 10 febrero 2015

REFLEXIÓN

Miles de palabras de amor susurradas al oído no significan mucho amor el verdadero amor se demuestra con acciones, ayudas, detalles insignificantes que a la persona amada le haga sentirse realmente el centro de su amor y alguna lágrima, asomada a los ojos cuando el ser amado sufre, un abrazo y unas caricias presionar las manos con ternura buenas palabras dichas con delicadeza modales adecuados para ese ser que todo lo da por ti eso es el verdadero amor las palabras siempre “se las lleva el viento” PILAR MORENO 15 Febrero 2015

NOSTALGIA

Nostalgia de la juventud perdida edad abatida por el tiempo ignorando el que queda convivencia de amores tranquilos, serenos, plácidos sin pasiones ni locuras con el cariño de tantos años unidos una fuerte comunión de avatares y alegrías el pasado tortuoso y a la vez sincero, rudo pero tierno nos ha llevado hasta hoy a ser cayado uno del otro guía del compañero debilitado reviviendo palabras de amor de hace tiempo colmando los largos días de invierno en cálidas estufas de leña candente caricias en las manos, besos inocentes fuimos creados para amarnos vivimos llenando nuestras mentes con ideas de amor, misericordia y perdón sin rencores por una equivocación viviendo cada día como si fuese el último que nos queda ya no queda tiempo para tener el corazón cerrado sería como vivir en una prisión condenado a muerte. PILAR MORENO 14 Febrero 2015

sábado, 7 de febrero de 2015

HERIDAS

Ataduras de hierro me sujetan al pasado fuertes, recias, hacen que tu sombra siga acariciando lanzas de acero hieren mi alma cada vez que los recuerdos afloran a mi mente, las heridas no se cierran con tanta fuerza siguen sangrando parece que fue ayer cuando te perdí pero… hace ya tantos años no me resigno a esta vida pensar que ya nunca estarás a mi lado es como estar preso en un calvario demasiado tiempo ya sin verte, solo ruego, suplico, anhelo juntarnos ya que en esta vida, nunca pudimos lograrlo PILAR MORENO 5 febrero 2015

martes, 3 de febrero de 2015

LA CICATRIZ

Podría referirme a cualquiera de las cicatrices que la vida ha ido marcando en mi cuerpo y sobre todo en mi alma, pero no va a ser así, la cicatriz a la que me voy a referir es totalmente ajena a mi persona. Hace muchos años una amiga de la familia, ya entradita en años pues era de la quinta de mi madre, un buen día nos anuncia su casamiento. Nadie sabía que tenía una relación que la pudiese llevar al altar, ya que en aquella época era inconcebible que fuese de otra manera el casarse. Era una boda muy íntima, sólo los parientes más cercanos acudirían a la misma, dándose la circunstancia de que el novio era algo mayor que su propia madre, lo harían por la mañana muy temprano y sin ningún tipo de boato. La novia, andaluza ella, era el vivo retrato de la morena de Julio Romanero de Torres, morena, alta, guapa a más no poder. Claro está que no fuimos a la boda, pero la salida hacia la iglesia desde la casa materna no nos la perdimos. Ataviada con un vestido blanco corto muy vaporoso, una mantilla blanca preciosa y un pequeño buque de flores en su mano. A los pocos días, después de su luna de miel, tuvimos el honor o mejor dicho el horror de conocer al esposo de nuestra amiga. Como ya he comentado antes era un señor mayor en comparación con ella, en esa época debía de tener ya unos sesenta años o quizás más, muy alto, delgado, educadísimo, pero su cara era un autentico horror. Su habla gangosa impedía en muchas ocasiones comprender lo que decía y mirándole fijamente, pues como en estas ocasiones suele ocurrir, no puedes quitar la vista de su cara, daba espanto, había sufrido un accidente en una finca de su propiedad. Un toro lo había embestido desfigurándole totalmente el rostro. Le había empitonado por la boca, deshaciendo su paladar y sacándole el cuerno por un ojo. Lo recompusieron como pudieron pues en esos años, la cirugía plástica tampoco estaba tan avanzada como ahora, el ojo tenía visión aunque poca y lo que se refiere al tabique nasal, su parte superior, tapaba medio ojo, era como si en el entrecejo, tuviese un trozo de carne pegado. Mirándole por la espalda, era como Don Quijote de flaco y de piel muy negruzca, pero al mirarlo al frente, de no conocerlo era para salir corriendo. En muchas ocasiones pensé que como aquella belleza de mujer, era capaz de convivir con esa especie de monstruo. Quizás pensó que este hombre era el último tren que parase en su estación y debía cogerlo sin demora. PILAR MORENO 31 Enero 2015