jueves, 28 de abril de 2016

A MI AMIGO JOSÉ ANTONIO

Dieciocho meses ya,
el bicho innombrable comenzó a roer mis entrañas
una buena intervención y tratamiento
sus intenciones han frenado
Enterados familiares y amigos
trajes de luto y funerales preparaban
ya tendría yo arreglados todos los asuntos
convenientes, se decían,
más ni la intención por la mente se me había pasado
en mi interior me decía,
qué interés tienen por verme ya enterrado;
pero aquí sigo, sin poder remediarlo
hago todo lo prescrito
con empeño y sin desmayo
tomo buenos alimentos
buen humor tengo y
me doy algún gustazo.
“Solo una cosa siento”
que a todos los que me veían
ya sepultado
con mi fuerza y mi tesón
haberlos defraudado

PILAR MORENO 18 abril 2016



domingo, 24 de abril de 2016

SUCEDIDOS Y ANECDOTASDE UN DIA DE BODA

Llega la mañana del tan ansiado día para una novia y dan comienzo los primeros preparativos para la hora del enlace. Como es natural un buen desayuno, recogida del sofá donde la novia lleva años durmiendo, la ducha, recogida del cuarto de baño y dejar bien limpios los azulejos que se han manchado con la ducha. A continuación, la hora señalada por el novio para pasar a recogerla e ir a piso en donde van a vivir y llevar al mismo, algunas de las últimas pertenencias que quedaban en la casa paterna. Una vez preparada y esperando, suena en el portal el claxon del coche del novio. La novia baja a toda velocidad y se encuentra con que en el interior del mismo, hay dos personas a las que no conoce de nada. Es presentada por el novio y resulta que son unos primos del mismo que han venido desde Zumárraga a la boda y se alojan en casa de los padres. Emprenden camino hacia el piso para que lo vean y después acercar a la novia a la peluquería. Cuando arriban a la misma, la novia se encuentra con su madre que se está arreglando para el evento. Como la novia solo quería rehacerse el moño ya que el día anterior había estado en otra boda y no iba a hacerse más que un pequeño arreglo, la peluquera solicita, pregunta a la madre si puede peinar primero a la novia ya que la están esperando. La madre amablemente responde a la peluquera que ella estaba antes y que la novia si tiene prisa que se aguante. (Madre e hija llevaban quince días sin hablarse por un quítame esas pajas y una paliza que le había proporcionado en la cual se había quedado con un manojo de pelos de la hija en la mano). La novia aguanta el tirón y espera, ve como su señora madre sale de la peluquería toda estirada y con cara de vinagre como era su costumbre. Cuando por fin ha sido peinada, sale en busca de su futuro y los parientes a los que no se había quitado de encima. Dan una vuelta toman un aperitivo y es conducida a la casa de los padres para comer y prepararse. Ánimo que ya queda menos, le dice el novio cuando se despiden en el portal. La boda es a las seis y el último día de julio con lo cual hace un calor insoportable. Llega el ramo de novia y con tanto calor el muchacho que lo lleva recomienda meterlo en el frigorífico hasta el momento de salir de casa para que las flores no se marchiten. La novia se viste sola y solo a la hora de colocarse el tocado la madre se acerca para ayudarle sin cruzar una palabra. El padre todo nervioso daba vueltas por toda la casa sin saber qué hacer, pues si hablaba a la madre, parecía que lo iba a morder y si se le ocurría decir algo a la hija, el mordisco era seguro. Gracias a Dios, el coche llegó puntual a buscarla y cuando la portera toco a la puerta diciendo que ya la estaba esperando, salía tan despendolada que si no es por el padre el ramo se queda al fresco. Al llegar a la iglesia, una sorpresa y de las grandes. Los frailes que la gobernaban le habían prometido que para ese día las obras habrían terminado y estaría todo en orden para la boda, pues bien, no fue así. No había bancos, estaban fregando el suelo todo sucio el cual la novia iba limpiando con su radiante vestido. Tuvieron que subir al camarín de San Antonio a que allí les echasen las bendiciones. Ya no hay marcha atrás, que se le va a hacer, tan devota que eres de San Antonio, pues bien cerca de él te vas a casar. Un sitio bastante pequeño, la gente amontonada, un calor agobiante y del que todo el mundo estaba deseando salir. Cuando llega la hora de poner los anillos, con el calor y los dedos un poco dilatados, el novio le dice a la novia, póntelo tu sola que a mí no me entra. Buen comienzo, sí señor. Una vez terminada la ceremonia bastante breve por cierto, la novia está tan agobiada que lo único que quiere es salir de allí cuanto antes, con lo cual, el sacerdote tiene que salir detrás de ella para pedirle que firme el acta matrimonial. Ya podía haberla dejado irse sin firmar. La llegada al restaurante, apoteósica, se veía la unidad por todos los sitios, la familia de la novia, había tomado posesiones, dirigidos por la madre y a la familia del novio y amigos, los habían dejado justo donde prácticamente no veían nada, pues era un salón con bastantes columnas y recovecos. Bien pasa la cena en un ambiente bastante cargado de hostilidad y cuando llega la hora de partir la tarta, la novia sin saber porque, (se sabía que estaba a punto de explotar) se puso a echar sangre por la nariz que parecía que habían matado a un cochino, vestido, mantel y todo lo que pilló. Una vez terminada la cena, como era costumbre, se acercaban a la mesa presidencial para que firmasen los novios las comendas de la cena, los parabienes, las enhorabuenas y rápidamente el novio decide que hay que escaparse. Si escaparse, sin despedidas ni nada. El hermano del novio va a buscar su coche, y como si hubiesen robado algo, salen del restaurante los novios, la madrina y la niña de las arras, sobrina del novio. Se meten en el Simca 1000 y parten a toda prisa hacia su nuevo hogar. Cuando llegan al portal, una casa recién estrenada, debían de ser los terceros o los cuartos que iban a vivir en ella, el novio se baja del coche y ayuda a la novia a salir del mismo. Una vez en el suelo, comienza a tirar de ella y a decir, “corre date prisa, que nadie nos vea” con las prisas y un pequeño árbol que acababan de plantar el velo de la novia hecho girones y los trozos colgados de árbol, los cuales pudieron ver al día siguiente cuando bajaron. Séptimo piso, dos ascensores y ninguno en el piso bajo, que horror, pobre hombre que mal lo pasó hasta llegar ante su puerta. Una vez allí, metió la llave y sin más, empujón y para adentro. Pub que alivio, mira que si nos ve alguien. La novia, lo miraba incrédula, ¿cómo podía estar sucediendo aquello?, no sabía la pobre que después vendría más. Se cambiaron rápidamente y se fueron a casa del hermano del novio que vivía en la acera de enfrente, allí descorcharon una botella de champán brindaron y charlaron hasta bien entrada la madrugada comentando el evento y todos los sucedidos. Se retiraron a descansar y... la novia que no había tenido consejo alguno, había puesto en el tálamo un plástico y una toalla doble, pues según le había comentado una amiga, esa noche era la noche del desangre. Pues bien se pusieron con timidez los respectivos atuendos de dormir y después de unos cuantos achuchones y caricias, el novio preguntó cariño ¿qué te parece si lo dejamos para mañana?, es tan tarde. Bien mi amor, ¡como tú quieras! Se durmió a pierna suelta y hasta el otro día. A la mañana siguiente habían quedado con el inseparable amigo del novio para ir al cementerio a llevar el ramo de novia a la abuela de la misma. Pasaron todo el día fuera de casa y ya a última hora de la tarde, fueron conducidos por el bueno del amigo a su casa. Otra sorpresa más, el novio dice en el portal ¿por qué no te quedas a cenar con nosotros? mi mujer sabe hacer la tortilla de patata como nadie. El amigo accedió y cenaron tres. Como a la mañana siguiente salían temprano de viaje, la ya esposa recogió ávidamente la mesa y la cocina y se dispuso a preparar las maletas para las vacaciones. Las hizo y las rehízo pues el plasta aquel, no se iba ni con agua caliente. Cuando por fin decidió marcharse era bastante tarde y había que madrugar. ¿Y qué pasó? otro día sin catarlo. Al tercer día, ya en Palma de Mallorca, cuando llegó la hora de acostarse, la esposa muy previsora y por si las moscas, puso las toallas de la ducha sobre el lecho conyugal. Por fin, que trabajo, que sudada, y al final las toallas impolutas. Vaya mentirosa que era la amiga. Al segundo día de estar en la playa, el esposo no dio aviso a la esposa de que el sol le caía mal, todo el día playa arriba, playa abajo, largos en la piscina, grandes exhibiciones de natación ya que ella sabía lo normalito para no ahogarse en donde hacía pie. Llegada la tarde, el esposo dijo encontrarse mal y no quería bajar al comedor a cenar, nos quedamos en la habitación, ¿te parece? Bueno dijo ella con la boca pequeña pues no era de estar encerrada en la habitación del hotel a los cinco días de haberse casado. Él se acostó y de aquella cama salía humo, su cabeza era como una gran sandía de roja, sudaba y sudaba sin parar. Pasaban las horas y ella sin saber qué hacer, pasaba el tiempo en la terraza que al menos se veía la piscina y la playa desde ella. De pronto y ya que el no abría la boca, a ella se le encendió la bombilla y llamó a recepción, pidió que le subiesen la cena y si había un médico que lo avisasen. De inmediato le sirvieron la cena en la terraza y sin más se puso a cenar. Ella pensaba, si le pasa algo al menos ya he cenado, pero ¡qué mala suerte!, solo cinco días de casada lo he probado dos veces tan solo ¿y si me quedo viuda? De pronto llegó el doctor y dijo que tan solo era una insolación. No había mayor peligro. Así es como una mujer de bien se empieza a forjar su felicidad a solas. PILAR MORENO

viernes, 22 de abril de 2016

EL SENDERO



Paso a paso por un sendero pedregoso camino
el tiempo lo va allanando
unos trozos cuajados de rosas,
otros sembrados de espinos, sigo adelante
buscando en él mi destino
no me detendré hasta encontrarlo
aunque tropiece por el mismo
cuando el final diviso
desandar lo andado quisiera
pero ya da lo mismo
imposible regresar al pasado
atrapada estoy
sin remedio,
caeré al abismo.


PILAR MORENO  17 ABRIL 2016