viernes, 2 de diciembre de 2016

EL CHINITO


Una pareja muy enamorada, después de su matrimonio tardaron bastantes años en tener descendencia. Aunque todo el mundo les preguntaba, ellos no parecían tener prisa en que los bebés llegasen a su hogar. Se sentían felices de cualquier manera, solo con estar uno junto al otro todos los momentos que sus trabajos les permitían, no necesitaban nada más.
Sus salarios les permitieron adquirir una casita con un precioso jardín, que, aunque pequeño era lo suficiente para que si algún día había descendencia pudiese jugar sin ningún peligro respirando aire puro y sin ningún peligro ¡Que belleza! Decía siempre ella, todo tan verde, daba en verano mucho frescor al hogar y en invierno daba gusto ver a través de los cristales, la lluvia o la nieve mientras estaban calentitos sentados frente a la chimenea.
Un día la esposa se sintió mal, no sabía que le pasaba y decidió ir al médico y consultarle su extraño malestar. El doctor le prescribió unos análisis pues él aparentemente lo que veía no era nada. Una vez estuvieron los resultados de los análisis, el doctor le dio la enhorabuena, simplemente lo que le sucedía es que al fin había logrado concebir una criatura.
Loca de contenta se fue a su casa a contarle a su marido lo que sucedía. Lo celebraron por todo lo alto y fue un bebé deseado al máximo. Pasados los nueve meses reglamentarios, ella se puso de parto, dando a luz un precioso y regordete niño que hizo las delicias de aquel hogar.
El chiquitín, se criaba estupendamente, era un tragoncete y engordaba sin exceso, pero siendo un muchachote fuerte y grandote. Pasaban los meses y el niño parecía que no abría del todo los ojos, cosa que al padre lo traía por la calle de la amargura, pues estaba obsesionado en ver bien el color que tenían los ojos de su vástago. Todo el que le veía decía que no le sacaba parecido con nadie, cuando en esas edades todo el mundo está empeñado en sacar parecido a algún familiar, si son la familia del padre con alguno de sus miembros y lo mismo ocurre con los de la parte materna.
Un día el padre, decidió llevar al niño al pediatra en lugar de que lo hiciese su esposa.
·       Doctor le preguntó, ¿es normal que el niño todavía no abra del todo los ojos?
·        El doctor muy cauteloso le contestó con otra pregunta. Su esposa y usted son españoles.
·        Sí señor, claro que somos españoles, andaluces para más señas.
·        ¿su esposa en que trabaja?
·        Pues de secretaria en una empresa de transportes chinos.
·        Pues entonces ya tengo la respuesta, ya es hora de que quien abra bien los ojos sea usted.
Quiere decirse que al pobre hombre no le habían engañado como a un chino, sino que el que le había engañado era el chino a él.

                                                   PILAR MORENO 24 noviembre 2016