domingo, 24 de diciembre de 2017

...Y UNA VEZ FUI POLITICO



          Desde muy pequeño lo mío no eran los estudios. Suspendía los exámenes y no me gustaba nada ponerme delante de un libro. Sobre todo, las matemáticas eran un auténtico martirio para mí, cono entendía nada de nada.
          Llegados los 16 años y viendo que no rendía nada y que en el colegio no podía seguir dadas las malas calificaciones, decidí junto con mis padres, ponerme a trabajar. Aquello para mi sería una liberación, trabajar no me importaba pues lo mío no era vaguería, solo que mi cabeza no era pensante, prefería que me fuesen mandando, es decir tener a alguien por encima de mi que pensase y dirigiese mi trabajo.
          Comencé como chico de los recados, en una confitería. Era un buen trabajo, solo consistía en llevar paquetes de casa en casa y además del pequeño sueldo me daban propinas las cuales guardaba sin que mi madre lo supiese y así tenía para algún capricho sin tener que pedirle nada a ella.
          Ya con veinte años y por una recomendación me colocaron de conserje en un banco, ganaba un poco más y el trabajo era más cómodo. Consistía en estar sentado detrás de un mostrador indicando a los clientes que preguntaban a donde tenían que dirigirse. La verdad es que no me cansaba mucho.
          Estuve bastante tiempo en aquel banco y de allí me fui al congreso de los diputados. Yo tenía bastante experiencia en lo que era un duro trabajo en el banco por lo que allí me encontraba como en casa. Me pusieron al servicio de los diputados para cambiarles el vaso del agua cuando están en el estrado de oradores. Me gustaba ese trabajo, me podía mover a mis anchas por aquellos pasillos alfombrados y elegantes sin que nadie me dijese nada de nada. Solo tenía que estar atento al vaso de cada diputado, si estaba lleno o vacío o de cambiarlo cuando otro diputado subía al estrado no fuese que se tomasen las babas del anterior. Si se le pegaba alguna pillería del precedente podía ser un desastre, ya cada uno sabía bastante y hacían sus propias tropelías no necesitaban aprender de otros.
          Entonces fui aguzando mis entendederas y me metí en un pequeño partido político para aprender lo que era la política. Realmente lo aprendí bastante pronto, me gustaba aquello. Solo tenías que acudir a las sesiones del congreso y el sueldo no se ni las veces que se aumentó del que tenía como ujier. Aquello era maravilloso, vestía de traje elegante, además del sueldo me pagaban algunas dietas y hasta me pusieron un coche oficial con chofer. ¿Quién me lo iba a decir? Yo el burro del colegio y me estaba a poquitos poniendo muy por encima de todos mis compañeros.
          Aquel partido se convirtió en uno de los principales, cosas de la política. Por ello yo también me iba situando a la cabeza del partido. Realmente seguía sin saber hacer nada, pero ya por entonces las matemáticas comenzaron a darse mejor en mi cabeza y rápido aprendí que de un presupuesto de 100.000€ 30.000€ debían ir a parar a mi bolsillo. Era feliz nadie se enteraba y por el contrario mi cuenta corriente iba aumentando considerablemente.
          Me construí un buen chalé, me casé y a los hijos que tuve los pude dar una buena educación en el extranjero. Pasé así muchos años y cuando llegó la hora de mi jubilación, siendo todavía joven, me retiré con una pensión abultada de por vida. Había trabajado demasiado a lo largo de mi trayectoria y debía ahora descansar y disfrutar de lo ganado tan honradamente. Ya me había procurado también de montar unos buenos negocios amparados en mi puesto, los cuales al estar ya retirado también podrían seguir dándome buenos beneficios.
          Realmente fui un gran político, como todos. Siempre arrimé el ascua a mi sardina y nunca se me quemó. He servido de ejemplo para muchos otros y hay que reconocer que para un puesto tan elevado e importante no es necesario tener grandes carreras ni haberse dejado los sesos estudiando día y noche. El resultado puede ser el mismo. Solo hay que ser espabilado.

                    PILAR MORENO 30 noviembre 2017    

miércoles, 22 de noviembre de 2017

AGUA DE LLUVIA



          Todo era paz y tranquilidad en aquel pueblo, los paisanos vivían del ganado, sobre todo de las vacas, la leche de estas era vendida a buenos precios así como los terneros que parían. Era una carne blanca muy cotizada ya que eran criadas totalmente con hierba natural de los pastos de la alta montaña palentina. Muy cerca de los Picos de Europa aquellos terrenos siempre estaban verdes por lo que jamás les faltaba buena alimentación.
         Siempre estaban sueltas por los grandes prados en tan largas temporadas que iban desde marzo finales hasta prácticamente primeros de noviembre, nunca las recogían hasta que llegaba ese mes y después cuando las estabulaban, su alimento seguía siendo el mismo pues en otras tierras habían sembrado paja que a finales de verano segaban y guardaban en los pajares para que lo comiesen durante el tiempo de invierno.
Aun haciendo mucho frío había días que las soltaban al campo unas horas y curioso era ver que, con solo un silbido del vaquero, volvían ellas solas de los prados y se dirigían directamente cada una a su cuadra. Nunca se confundían, parecía mentira, aunque fuesen todas iguales y las cuadras parecidas nunca se metían en casa de otro vecino. Únicamente no se las soltaba cuando caían las nevadas impresionantes que en muchas ocasiones cubrían prácticamente las casas por completo. Eso eran nevadas más de tres metros.  Para poder salir debían acceder a los tejados y desde ellos comenzar a retirar la nieve. Allí se paralizaba todo, no había escuela, no se podía ir a los campos. En esas circunstancias, siempre tenían las despensas bien llenas y buena leña para las lumbres pues era imposible salir al exterior de las casas.
Era un terreno en el que la nieve hacía su aparición y duraba mucho tiempo por eso las lluvias no las echaban de menos. Al principio del otoño solía llover, pero con mesura, pero ese año caía con más intensidad que en otras ocasiones. Los paisanos no se quejaban pues el año anterior habían padecido una gran sequía e incluso la nieve había sido escasa, cosa muy rara por esos lugares. El agua de lluvia iba cayendo cada vez más fuerte, incluso se desató una tormenta tremenda de rayos y truenos. Granizaba con fuerza, aquello estaba convirtiéndose en un diluvio. De pronto, escucharon un ruido ensordecedor y cuando se asomaron a ver lo que estaba sucediendo, vieron con asombro como el techo del establo había caído sobre las vacas, matando a dos de ellas.
Eso era un auténtico desastre, una tremenda pérdida, pues para ellos era su sustento. Mientras miraban con asombro el suceso, de pronto un gran torrente de agua atravesó la cuadra, arrastrando a su paso tanto a las vacas que habían muerto como a las vivas, los cerdos y de paso también a ellos.
El arrollo que atravesaba el pueblo se había convertido en un gran río, parecía el Amazonas e iba tragándose todo lo que a su paso encontraba. Todos los vecinos padecieron parecidos desastres y flotaban sobre las aguas tanto los paisanos como los animales. Los hombres pudieron salvar la vida, pero fueron bastantes los animales muertos. No duró mucho ese temporal, apenas duró tres o cuatro  horas, pero las perdidas en el pueblo fueron de gran calado económico.
A todos les parecía increíble que el agua de lluvia hubiese podido hacer semejante fechoría.

                    PILAR MORENO 22 noviembre 2017


  

jueves, 16 de noviembre de 2017

¿QUIÉN MATÓ AL POETA?



         Los hechos acaecidos produjeron en mí una inmensa tristeza. Yo había conocido al poeta cuando era más joven. Un hombre afable, entrado en años, pelo cano y tez morena, enjuto y bien parecido. No era el típico poeta de pelo largo como solemos tener en la mente.
          Este hombre había padecido los rigores de un encierro en una de las cárceles en el transcurso de una contienda civil, pero no por ello dejó de escribir, al contrario, de ahí salieron a escondidas los más bellos poemas de su etapa de reclusión.
          Yo lo conocí, cuando ya estaba en libertad y fue una persona que nunca mantuvo el rencor por lo que le habían hecho pasar, pero en su forma de hablar se notaba el sufrimiento padecido en sus carnes y en los familiares que se encontraban al otro lado de las rejas.
          Los poemas escritos a su esposa y a sus hijas decían entre líneas todo el amor y la desesperanza que sentía de no poder estar a su lado. Un amigo íntimo de su juventud me contaba con gran respeto hacia él, que no había visto hombre más enamorado de su esposa desde que la conoció y que cuando salió de su reclusión y la vio tan estropeada y delgada, que se hecho en sus brazos llorando como un niño, diciendo que nunca se perdonaría los sufrimientos y las penurias que por su culpa había tenido que pasar.
          Antes de la contienda, vivían desahogadamente, en un hogar de clase media, aunque gastaban con mesura ya que dependían de un sueldo de maestro que era a lo que él se dedicaba. Su esposa también ejercía este oficio y con los salarios que obtenían criaron a sus dos hijas dándoles estudios y todo lo que podían. Eran una familia ejemplar, pero llegó la guerra y todo lo fastidió. Las hijas tuvieron que ponerse a servir al igual que su madre y daban gracias de que a ellas no las hubiesen encerrado por ser la familia del poeta.
          Iba transcurriendo el tiempo y claro está su oficio de maestro ya no pudo volver a ejercerlo. Con lo que escribía, aunque eran verdaderas maravillas, no le alcanzaba para nada. Le solicitaban algún artículo para periódicos de tirada diaria, pero, aunque eran muy buenos lo que le pagaban era una auténtica miseria. Debido a ello, las hijas tuvieron que seguir trabajando de criadas, aunque en buenas casas, pero no era lo que él había querido para ellas. Pasaba el tiempo y su situación no se resolvía a su favor, por el contrario, su mujer enfermó si se fue apagando como una vela hasta que sucedió el óbito. Cuanta pena en ese hombre. Su amor incondicional se había ido para siempre. ¿De que servía ya seguir esforzándose?
          Cada vez escribía más poemas, ahora todos eran de amor dedicados a la mujer que fue su vida. Seguía lamentándose de su pérdida y no sabía que hacer sin ella. Realmente fue un amor apasionado de los que duran toda la vida y aún después de ella.
          Él poco a poco, fue perdiendo el apetito y las ganas de vivir, sus agradables conversaciones, ya no tenían otro tema que no fuese la marcha de su esposa. Su deterioro fu haciéndose latente y todo el que le trataba pensaba que pronto dejaría este mundo para reunirse con su amada.
          Así fue, solo dos años les separaron. Al morir en su rostro se quedó marcada una sonrisa que todos creían que era de gozo al haberse reunido con ella.
          Para mí, quedó muy claro, que quien mató al poeta, fueron las circunstancias de una cruel guerra, la cual le arrebató su feliz vida y como consecuencia se llevó a quien más quería, su esposa.

                    PILAR MORENO 16 noviembre 2017

 

            

PRIMIGENIO, ESTEREOTIPO Y SUPERFLUO



Vagando por la ladera de aquel monte, me consideraba un tipo primigenio, nunca había subido tan alto y en esa ocasión por que lo había hecho? Todo el mundo hablaba muy bien de la sierra madrileña, yo nunca la había pisado y con la disculpa de pasar un día en la montaña me acerqué hasta el alto de Navacerrada. Iba yo solo en mi pequeño utilitario, no quería que nadie viese lo torpe que era manejándome por las cuestas y menos si tenía algún tropezón o me escurría que sería lo más probable, desde pequeño había sido torpe en mis andares y no es que tuviese algún defecto, simplemente no había salido de la ciudad.
Todavía era muy joven y las circunstancias de mi vida no me habían permitido ciertos lujos. Ahora que con mi esfuerzo y el salario que recibía en mi trabajo, comenzaba a darme pequeños caprichos. El primero de todos fue comprarme un pequeño vehículo de segunda mano, con el que poder transportarme por dentro y fuera de la ciudad ya que nunca había salido de sus límites, es decir los barrios a los que llegaba el transporte público es a lo más que yo había llegado. Ahora me proponía ir conociendo los alrededores de Madrid, poco a poco, cada día de fiesta salir a algún sitio de los que tanto hablaba la gente.
El Puerto de Navacerrada me pareció una maravilla, aquella ladera llena de pinos, ese aire tan puro, la vista de los esquiadores deslizándose por las pistas, los telesillas repletos de personas dispuestos a dejarse caer con sus esquíes desde lo más alto. Nunca lo hubiese imaginado así por mucho que me explicasen, tampoco por las postales que había visto, aquello me pareció un estereotipo. Eran únicas las vistas, me sentía atraído por el paisaje. Nunca me hubiese marchado de allí.
Paseé todo lo que pude, aunque hacía bastante frío, lo miraba y remiraba todo con auténtica expectación. Para comer me había preparado un buen bocadillo, pero con todo lo que había caminado seguía teniendo hambre. Volví despacio recreándome en lo que mis ojos divisaban, hasta el parking donde había dejado mi coche. Fue entonces cuando me encontré de frente con una cafetería llamada Arias y pensé que no sería un gasto superfluo, el entrar en aquel lugar tan típico. Pensaba tomar un café bien calentito para entrar en calor, pero cuando estaba dentro del establecimiento, un amable señor me dijo:
- ¿Qué va a ser? ¿Un chocolate con picatostes? 
No tuve más remedio que responder que sí, aquello era una tentación, todo recién hecho, calentito con el frio que llevaba sobre mis hombros, el olor que aquel lugar desprendía y el apetito que yo llevaba. Pensé esto me va a resucitar igual que si estuviese muerto. No voy a explicar lo que sentí una vez que lo había tomado. Eso sí lo hice bien despacio para condurarlo pues además de caliente aquello estaba delicioso.
No creo que tarde en volver, después del maravilloso día que había pasado a pesar de ir yo solo. Y es que muchas veces para admirar ciertas cosas bellas no se necesita a nadie, así se concentra uno mejor y lo disfruta a sus anchas.


                    PILAR MORENO  10 noviembre 2017

ALONSO Y SUS ESTUDIOS


El tiempo había pasado casi sin darse cuenta. Alonso dudaba en qué carrera comenzar sus estudios superiores. Era muy importante hacer lo que a él más le satisficiera y después de hacer una gran reflexión, llegó a la conclusión de que debía hacer alguna en la que de forma muy importante pudiese ayudar a los demás tal y como en sus peores momentos lo había hecho su amigo el armenio con él.
          Es por eso que decidió comenzar medicina, de esa forma podría curar a los pacientes el cuerpo y si las notas al terminar la carrera le permitían acceder a la especialidad que quisiera, escogería sin duda psiquiatría. Debía de ser muy interesante acceder al cerebro y los pensamientos de los demás con la única intención de poder ayudarles a recobrar la cordura y ponerles en el camino más adecuado en la vida.
          Llegado el momento comenzó la universidad y con ello las intensivas clases que él se tomaba tan al pie de la letra que su padre, Don Gonzalo, decidió regalarle una clepsidra, con el objeto de que no se le olvidasen las horas de comer y de cenar pues se encerraba en su habitación entre libros y se olvidaba de todo lo demás.
          Era difícil, él nunca había tocado ningún tema semejante, pero dentro de su cabeza había algo que le decía adelante, sigue, no te rindas. Había veces que, en su interior, pensaba en Covadonga, su madre, que murió al traerlo a él al mundo y pensaba, tengo que estudiar mucho para que situaciones como aquella no se repitan. Su especialidad no tendría nada que ver con aquello, pero un médico siempre sería un médico y vidas se pueden salvar de muchas formas.
          Cuando expresaba su deseo de especializarse en psiquiatría, todos le decían que era muy compleja esa especialidad y que los locos eran muy difíciles de tratar pues podían engañarle con facilidad. Nunca se podría saber si de verdad estaban locos o se lo hacían. Alonso respondía siempre que eso no era así y si lo era había que tener clemencia con ellos y tratar de entenderlos. A todos nos gustaría que nos entendiesen y nos tratasen como personas normales, aunque si nos ponemos a pensar con tranquilidad, a que es lo que llamamos una persona normal. Todo depende de lo que cada uno considere, aunque siempre hay unos cánones, por los que la mayoría nos regimos.
PILAR MORENO 1 noviembre 2017
         


  

LOS CUATRO ÁNGELES



Soñando me encontré
cuatro ángeles a mi vera venían
uno acariciaba mi pelo
otro bien abrigaba mi cuerpo
otro colmaba de besos mi cara
y el cuarto enlazaba mis manos
al tiempo que enjugaba mis lágrimas
nunca tan bien me sentí
ni tan bien acompañada
los cuatro ángeles de mi vida
que han robado mi alma
solo un sueño fue
cuanta dicha y ternura
que al despertar la mañana
hubiese querido
que ese sueño nunca terminara.

PILAR MORENO 6 noviembre 2017





UNA HORA SIN SEGUNDOS


      Aquel diván parecía mágico. El armenio tenía algo en su voz y en su forma de proceder, esas palabras tan dulces, sosegadas. Su extraño lenguaje parecía sacado de una narración de las mil y una noches. Todo lo que le decía a Alonso como respuesta a lo que éste le preguntaba, sonaba como un bálsamo y la sensación que recibía era como si lo estuviese dando un suave masaje a lo largo de su cuerpo.
          La realidad es que desde que estaba en manos de aquel hombre, Alonso había mejorado muchísimo. Casi no recordaba nada de lo sucedido en la playa de Buelna, las pesadillas habían desaparecido por completo. Él sabía lo mal que lo había pasado, pero, ahora se encontraba realmente bien y aun sabiéndose curado, quería seguir acudiendo a aquella consulta que le reportaba paz en su interior. No sabía lo que aquel hombre hacía en su cerebro tan solo con palabras, pero en su interior se encontraba extraordinariamente bien. Había influido también en su forma de ser, le ayudaba en el comportamiento con las demás personas. Había perdido la timidez que tenía, era mucho más abierto con la sociedad. En general había aprendido comportamientos que, aunque los anteriores eran muy buenos, ahora se había convertido en un joven muchacho que más parecía un hombre ya formado y dispuesto a comerse el mundo.
          El armenio y él pasaban muchos ratos hablando, aunque no fuese como consulta, ese hombre le estaba enseñando muchas cosas interesantes de su tierra natal. Alonso había despertado en él un afecto de amistad, lo consideraba casi como a su hijo y como a él le encantaba escucharle estaba aprendiendo tanto que sin haber estado nunca en Armenia, parecía que conocía los rincones que el psicólogo le iba describiendo como si los hubiese visitado varias veces.
          De cuando en cuando, le hacía tumbarse en el diván para no olvidar la consulta por la dolencia que allí conducido. Recordaban cosas y el doctor se daba cuenta de que aquello había desaparecido ya. Un día que se tumbó en el diván, Alonso no recuerda como sucedió, comenzaron a hablar y él tan imbuido estaba en lo que el armenio le decía, que sin darse cuenta se quedó traspuesto. Cuando despertó al darle el doctor un toquecito en un brazo, descubrió que había pasado una hora de tiempo en la que no había habido minutos. Realmente había pasado tan rápido para él ese tiempo que pensó que no había pasado ni un solo minuto.
Fue aquel día, cuando el armenio dio por finalizada la consulta. No obstante, siguieron con una gran amistad que duró muchos años, es decir hasta que el armenio falleció como es natural ya que era mucho mayor que Alonso.

PILAR MORENO 25 octubre 2017
         

          

miércoles, 1 de noviembre de 2017

DONDE ESTAS OTOÑO



Veo frondosos árboles si me asomo al balcón,
sus hojas, deberían ser de diversos colores,
por el parque bajo la suave luz de las estrellas,
no percibo bajo mis pies las silentes hojas caídas
formando una alfombra multicolor
has olvidado tu trabajo?
no huele a tierra húmeda, el bisbisear de la
suave lluvia no se escucha,
el abanico de colores formado por paraguas
cobijando los cuerpos de los viandantes ha desaparecido,
hace tiempo que deberías haber estado con nosotros pero
donde te has metido?
Acaso no sabes que te echamos de menos
si no cumples con tu obligación
que será de nosotros seres vivos
la impronta de tu ausencia se hará palpable,
llegará tu sucesor, el invierno
la labor que tu no has hecho
habrá sido tiempo perdido, será irrecuperable,
cada uno tenéis una misión
la tuya vaciar los árboles y plantas de sus hojas,
llenar los ríos y pantanos de aguas claras,
la suya cubrir las altas montañas de blancas nieves
pero si tu no has dejado antes la precisa humedad
ellas pasaran de largo haciendo así un país más seco y pobre
estás interrumpiendo el ciclo de vida
todo se está atrasando y cuando llegue
el tiempo de la primavera, que hará ella?
si no tiene preparado el terreno
quizás tampoco sepa como adornarnos
con sus preciosos coloridos, sus maravillosas flores
alargando la duración de sus días
dando poco a poco, paso a paso al verano
volviendo a ser este seco y caluroso al extremo,
así llegaremos otra vez a ti
esperando hayas recuperado tu sentido común
cumpliendo con las normas y el mandato que Dios te dio.

PILAR MORENO 1 noviembre 2017





martes, 24 de octubre de 2017

EL ARMENIO ENCORVADO


          Palpitaba el otoño que tanto se había retrasado. La lluvia caía a raudales. Golpeaba con fuerza los cristales de las habitaciones en casa de Alonso, pero él estaba extasiado. Vivía desde hacía más de un mes en su mundo. No se había podido recuperar del trauma que le había causado el casi ahogo de su hermano y a consecuencia de ello, por las noches seguía soñando con aquel océano inexistente que solo figuraba en su cabeza y a veces creía que se estaba volviendo loco.
          Habló con su hermano Pelayo de lo que le ocurría. Este se sentía culpable y trató de convencerlo de que todo aquello había pasado hacía ya tiempo y él se encontraba bien, pero aquello no le satisfacía.
          Viendo que la situación de Alonso se iba complicando cada vez más, Pelayo habló con un amigo suyo y decidieron acompañarlo a un psicólogo para tratar de sacarle aquello de la cabeza. Realmente estaba sufriendo mucho y un muchacho tan joven debía reponerse cuanto antes no fuese a influir en la trayectoria de sus estudios.
          Le convencieron y acudieron a la consulta del psicólogo. Cuando llegaron a la cita establecida con varios días de antelación, fueron puntuales pues no deseaba Alonso encontrarse con nadie, para él era un asunto sumamente delicado y personal.
          Les recibió una enfermera debidamente uniformada y rogó a los acompañantes que le esperasen en la salita que había junto a la puerta. El paciente debía acceder el solo al despacho del doctor.
          Alonso la siguió sin reparos y cuando entraron en aquel despacho, se encontró con una persona encorvada, de cierta edad, sobre los sesenta años, de pelo cano, alto a pesar de su defecto y con buena presencia, bien trajeado. Alonso le tendió la mano a modo de saludo y el doctor le correspondió. Le invitó a tumbarse en aquel diván de color rojo oscuro. Él se sentó en un sillón de oreja junto al diván. Tomó un bloc que había sobre una mesa auxiliar para apuntar todo lo que Alonso le fuese contando. Cuando comenzó a hacer las pertinentes preguntas, Alonso apenas le entendía por lo que tuvo que decir varias veces que no había entendido lo que le había preguntado. El doctor amablemente le dijo que no le importaba repetir las preguntas, realmente se le entendía mal pues él era armenio de nacionalidad. Comenzó a contarle que había salido muy joven de su país por motivos políticos. Había estado en Alemania, Suiza, Francia, así como en Inglaterra y tenía un compendio de idiomas en su cabeza que muchas veces los mezclaba saliendo una mezcolanza de palabras que realmente no se le entendía. Ahora en España, país que le encantaba y seguramente se quedaría para siempre a vivir en ella, había aprendido lo más imprescindible para poder pasar su consulta.
          Una vez que Alonso le contó lo sucedido y el problema que se le había presentado a partir de aquel día en la playa de Buelna, El armenio encorvado le fue dando pautas a seguir y le reconfortó mucho. No obstante, tuvo que seguir un tiempo acudiendo a su consulta.


                              PILAR MORENO 19 octubre 2017

UN VERANO INTERMINABLE



          Llegó el final del que pensó que iba a ser un verano efímero. Pero por el contrario fue un verano de lo más agotador. Covadonga estaba extenuada de tanto calor.
          A finales del mes junio, comenzaron los calores agobiantes y en su estado, decidió marchar a Asturias con su pequeño Pelayo, a Pendueles, a casa de sus padres en donde ella vino al mundo y pensó que si la sorprendía allí el parto de la criatura que esperaba no habría problema. Estaba con los suyos y su marido no tardaría en llegar a su lado.
 También le proporcionaría a su pequeño hijo unas vacaciones junto a sus abuelos maternos y disfrutaría de ver a los animales que el abuelo criaba, las vacas, las ovejas, los cerdos, así como todas las labores del campo que en esa época se realizaban. Sería para él muy divertido y estaba segura de que lo pasaría mucho mejor que en la ciudad ya que, aunque lo sacaba todos los días al parque a jugar con otros niños de su edad, los calores tan excesivos no le permitían disfrutar de todas las horas que debería y para un niño tan pequeño no era muy recomendable estar encerrado en su casa. Ella le dedicaba mucho tiempo jugando con él, así como Petra la muchacha que tenía para su cuidado, llegaba un momento en que el niño se aburría, necesitaba aire fresco y la compañía de otros guajes como él, con los que saltar y correr.
Covadonga se sentía muy feliz en aquella tierra y Pelayín como sus abuelos le decían, estaba de lo más divertido, se podía decir que un poco asalvajado. Por ese motivo y sabiendo que no salía de cuentas hasta finales de octubre, decidió quedarse en esa tierra hasta que llegase el equinoccio de verano. Le daría tiempo de sobra de volver a Madrid para dar a luz de lo que viniese pues no se sabía si era niño o niña.
Para el quince de octubre, todavía seguía haciendo muy buen tiempo y Covadonga junto con su madre estaba sentada en la puerta de su casa, cuando pasó por allí Lucrecia, una vecina de toda la vida y se puso a charlar con ellas. Era una mujer de lo más locuaz que se haya visto jamás, cuando cogía carrerilla no había ser humano que la cortase y lo peor del caso es que como era graciosa y de agradable conversación todos la escuchaban y no veían el momento de cortarle.
Una vez la buena señora se hubo marchado, decidieron irse a acostar. Covadonga se encontraba cansada e incluso un poco mareada y cuando se lo refirió a su madre, esta le dijo:
-Hija no me extraña, la buena de Lucrecia te ha vuelto loca con tanta conversación-
Se retiraron cada una a su aposento y a eso de las cuatro de la madrugada, Covadonga despertó a su madre a gritos.
-Madre, madre, venga coarriendo, estoy de parto-
¿Cómo no me has llamado antes criatura?
-No sé, me he levantado al servicio con ganas de vomitar y pensé que había cogido frio anoche en la puerta. Pero al levantarme he roto aguas y presiento que esto va a ser muy rápido-
La madre de Covadonga corrió al teléfono para llamar al médico de Llanes que era la población en la que más cercana había galeno.
Cuando el doctor llegó y fue bastante rápido, encontró a Covadonga sin sentido. Efectivamente estaba de parto, pero se le había presentado una hemorragia previa y el doctor sólo pudo sacar al bebé del vientre materno. No hubo nada que hacer, Covadonga murió sin haber visto siquiera a su pequeño, al que su madre puso por nombre Alonso, pues había comentado con ella muchas veces que si fuese niño ese sería el nombre que le pondría.
La pobre mujer tuvo que hacerse cargo del recién nacido y de Pelayín que al haber estado allí todo el verano se adaptó perfectamente a estar con sus abuelos.

          PILAR MORENO 29 septiembre 2017




jueves, 12 de octubre de 2017

EL OCÉANO INEXISTENTE



          Alonso se había criado a caballo entre Pendueles y la gran ciudad. Los abuelos iban siendo mayores y tanto él como Pelayo, su hermano, pasaban todo el tiempo que podían en el pueblo materno. Desde muy pequeños se habían acostumbrado a ir a esa bonita tierra y sobre todo a bañarse en las aguas de su mar. La playa de Buelna la que pertenece al pueblo es una playa pequeña y muy recogida por grandes rocas, pero en cuanto sales de ellas, te encuentras en mar abierto en donde azotan con bravura las olas de ese mar Cantábrico que cuando está en calma es una maravilla, pero cuando se enfurece realmente da miedo asomarse a él.
          Pelayo era muy aficionado a bañarse en esa playa y Alonso también, pero él era muy prudente y no se atrevía a salir de las rocas. En cierta ocasión, parecía que la mar estaba en calma, aunque a lo lejos se veían esas pequeñas olas de cuando este picado. Comenzaron su baño y Pelayo como de costumbre y lo bien que nadaba comenzó a alejarse, cada vez se iba más lejos, era como un reto que tenía consigo mismo y Alonso lo veía con miedo, temía que a su hermano lo pasase algo malo.
          Pasaba el rato y Pelayo no regresaba, más bien lo veía desaparecer y aparecer a lo lejos y presentía que las cosas no iban bien. La forma en que lo veía era como cuando una persona se está ahogando. Alonso comenzó a preocuparse cada vez más y por suerte, cuando estaba ya desquiciado de los nervios, apareció un vecino con su pequeño bote el cual se disponía a ir al percebe por la parte de las rocas que dan a la mar abierta.
          Juan vio tan descompuesto a Alonso que le dijo no te preocupes guaje que yo marcho hacia él y lo traeré sano y salvo. No, no lo dejare ir solo, yo lo acompaño, es mi hermano y he de ayudarle a salir de ese apuro. -Si no fuera tan impulsivo- parece que no conoce estas aguas.
          Remaron con fuerza pues era duro llegar hasta donde se encontraba Pelayo y cuando lograron llegar a él, lo encontraron extenuado de tanto nadar y casi sin fuerzas. Lograron subirlo al barquichuelo y regresar a la playa. Se había quedado hipotérmico, los labios morados, congelado de frío y apenas con conocimiento debido al esfuerzo realizado.
          Consiguieron llevarlo hasta la casa de los abuelos en donde se llevaron un buen susto al verlo llegar en esas condiciones.
          Poco después del incidente regresaron a la capital para continuar con los estudios. Alonso hizo prometer a su hermano que su padre no se enteraría de lo sucedido si le prometía no volver a meterse en la mar hasta esa lejanía y ser más prudente cada vez que se bañase.
          Al acostarse, cada noche, al cerrar los ojos, Alonso veía las imágenes de su hermano casi ahogándose. Se había convertido en una pesadilla para él. Día a día era más feo el sueño, ya no era su hermano quien se ahogaba, era el mismo quien se encontraba con el agua cubriéndole y haciendo que le faltase la respiración. Quería gritar, pero no era posible, le entraba el agua por todos los orificios y veía que lo faltaba la vida. No tenía nada a donde agarrarse, no había rocas, ni barcos, nada de nada, solo él en medio de aquel tremendo océano que cada vez era más grande.
          Cuando despertó, se dio cuenta una vez más de que aquel océano era inexistente, solo estaba dentro de su cabeza, por lo que decidió acudir a un psicólogo pues creía volverse loco con aquellas tremendas pesadillas.

                              PILAR MORENO 12 octubre 2017

           

EL CRITERIO ESTABLECIDO



       Según el criterio establecido, Doña Saturnina, la madre de Covadonga, quedó a cargo de los pequeños al haber fallecido su madre. Gonzalo, el padre, tenía todos los derechos sobre sus hijos, pero viviendo lejos prefirió dejar a su suegra el cuidado de los niños, sobre todo en los primeros tiempos.
          El pequeño Alonso tan chiquitín debía de ganar unos meses antes de hacerse cargo de él. Como hombre y aunque adoraba a sus hijos sabía que estaban mejor al cuidado de la abuela. Pasado un tiempo los volvería a su lado y con ayuda de Petra la nodriza, los educaría y les sacaría adelante. Quería para ellos una educación con arreglo a los tiempos en que vivían y les iniciaría en los idiomas lo antes posible, pues él sabía que teniendo varios idiomas a sus espaldas sería muy fácil poder ganarse la vida y caminar por ella sin dificultades.
          Según lo había pensado, cuando contaba Alonso un año de edad, fue a buscarlos a Pendueles y con el dolor de sus abuelos, se los llevó a la capital para comenzar la educación de los niños. Podrían verlos siempre que quisieran e incluso ir a vivir con ellos a la ciudad, cosa que por el momento no era viable pues tenían muchos animales que cuidar y campos que atender, pero de todas formas harían todo lo posible por estar cerca de los niños cuantas más veces mejor.
          Desde que volvieron a vivir con su padre, los niños ya comenzaron su educación. Pelayo, el mayor, comenzó el colegio que por edad ya le correspondía. Alonso por el momento quedaba en casa al cuidado de Petra, la cual, al saber inglés y francés, le hablaba al pequeño en los distintos idiomas para que fuese tomando contacto con ellos, consideraba, con el apoyo del padre de que cuanto antes empezase a familiarizarse con ellos mejor sería para el bebé. Cuando recogía del colegio a Pelayo, hacía lo mismo con él, por lo que el niño enseguida comenzó a pronunciar palabras en esos dos idiomas.
          Alonso era un niño muy despierto, iba pasando el tiempo y cuando comenzó a decir sus primeras palabras, las decía tanto en español como en francés o inglés. Para él era una gran ventaja que su Tata le hablase en cualquiera de ellos.
          Este niño prometía y aunque su hermano también era un niño inteligente, Alonso tenía algo especial que a su padre le hacía poner muchas esperanzas en su futuro.

                    PILAR MORENO  5 octubre 2017

         
         

           

sábado, 2 de septiembre de 2017

SOLO YO TE HE AMADO



Se bien lo que decías
aunque a veces no hablaras
bien sabía cómo sentías
aunque nunca lo expresaras
cuanta esperar que volvieras a mí
cuanto esperar a que charlaras
cuan esperado el momento
de que al fin tu regresaras
sé bien cómo has sufrido
también lo que has llorado
yo a tu lado siempre he ido
de ti nunca me he separado
un camino hecho juntos
con tus penas he cargado
y al final del camino sabrás
que solo yo te he amado.


PILAR MORENO

NO DEBÍ DEJARTE IR



Un perfume a tempestad
la lluvia cae en mi balcón
hacen que piense en ti
no puedo reprimir mi soledad
pienso que te perdí
por no dar marcha atrás
no debí dejarte ir
por pura terquedad
ahora cuando pienso en ti
el amor que dejé escapar
solo puedo sentir tristeza y soledad
seguiré pensando en ti
sabiendo que nunca más
a mi lado has de regresar
que tristeza tan profunda
no me puedo perdonar
haberte dejado ir
por pura terquedad.


PILAR MORENO

MI ESTRELLA



En la noche miro al cielo
veo una estrella brillar
es la misma que me guía
en mi denso caminar
si el cielo está nublado
y los astros no amagan
lagrimas ruedan en mi cara
pues la senda escondida está
esa estrella que reluce
es un bonito lucero
es el que más alumbra
desde que el subió al cielo


          PILAR MORENO

miércoles, 30 de agosto de 2017

LA CARTA



Una carta de amor
sellada con un beso
con destino al infinito
diciendo que añoro
el amor por ti sentido
cada frase de ella
dice mi vacío frio y solitario
oigo tu voz en cada rincón
te veo en la luz del sol
inconsciente corro para abrazarte
pero solo estás en mi imaginación
ilusiones por un amor
que marchó sin despedirse
triste ha quedado cada lugar
por tantos que anduvimos
besándonos como niños
solo queda enviar esta carta sin destino
te enviaré todo mi amor
sellado por mil besos


PILAR MORENO

jueves, 18 de mayo de 2017

EL REGRESO A ESPAÑA DE ABUBAKAR



Desde Egipto llegó al aeropuerto Adolfo Suarez de Madrid, Abubakar un hombre de una calidad humana extraordinaria y que hace honor al significado de su nombre que en egipcio quiere decir “NOBLE.
Venía a Madrid a encontrarse con sus viejos tíos, Hambal y Aziza, en casa de los cuales había pasado grandes temporadas a lo largo de su vida. Hambal era hermano de su difunto padre y para él era la persona más querida después de su progenitor. Al reunirse con ellos, los encontró ya muy mayores y aunque en realidad lo eran, su aspecto denotaba mucho más el paso del tiempo por sus cuerpos. Lo recibieron con una gran alegría, era el sobrino favorito y para ellos fue siempre como un hijo, ya que en su matrimonio no habían podido concebir ninguno.
Su viaje había sido planeado para volver a verlos antes de que el destino le deparase algún desenlace no previsto. Debido a la edad del matrimonio y habiendo sido para Abubakar como unos padres, no quería dejar de pasar todo el tiempo que le fuese posible a su lado. Tenía un trabajo que le permitía hacer escapadas de vez en cuando, aunque no todas las que él quisiera. Se había planteado incluso, pedir en la empresa un traslado a España para no separarse de ellos, pero era muy difícil llevar los negocios desde tan lejos de su Egipto natal.
Al día siguiente de su llegada, el tío y Abubakar, salieron a dar un paseo por los sitios que a este tanto le gustaban cuando estaba en Madrid con ellos. Fueron al Parque del Oeste a visitar la rosaleda que era la más bonita que Abubakar decía haber visto en ningún lado del planeta a pesar de haber viajado mucho por todo el mundo. Las rosas eran sus flores favoritas y a cualquier lugar al que acudiese no dejaba de ir a visitar cualquier exposición o recinto en el que se cultivasen esta clase de flores.
Día a día salían y recorrían todo Madrid. El día que fueron a visitar el Parque del Retiro, tras un largo paseo, cuando Abubakar quiso darse cuenta, el anciano tío, Hambal, había tropezado y se había caído en un charco de grandes dimensiones, poniéndose el pobre hombre todo lleno de barro. Lo ayudo a levantarse y con sumo cuidado trató de limpiarlo cuanto pudo con clínex que era lo único que tenía a mano para poder hacerlo, pero era demasiada la suciedad que el tío había recibido en su cuerpo por lo que Abubakar, decidió llegar hasta la puerta del parque y tomar un taxi para conducirlos hasta su casa. Una vez en ella, ayudó a su tío con sumo cariño a desnudarse, dándole una ducha reparadora y ponerle ropa limpia. Recordaba que cuando él era niño su tío lo hacía con él cuando volvía de la calle lleno de suciedad y le colocaba el pijama para irse a la cama, después de cenar.
También le vino a la mente, como su tío, lo había enseñado en esa época a sumar con él ábaco de madera que conservaba en su despacho y que hacía pocos días había descubierto que seguía colocado en el sitio de siempre. Era aquella casa un lugar en el cual nada había cambiado de ubicación. Cada vez que volvía a Madrid podía ir derecho a buscar cualquier cosa que necesitase que siempre lo encontraba en la misma parte que recordaba desde que era un niño pequeño.
Lo mismo ocurría con las costumbres con los horarios, con todas las cosas de la vida cotidiana. Mientras estaba pensando todo esto, desde la cocina, le llegó un delicioso olor a tahín. Nadie lo preparaba, ni en su propia tierra, como su tía Aziza. Consistía en una pasta de sésamo, que en Egipto era muy apreciada y en casi todos los restaurantes se servía. Era un plato muy apreciado en todo Oriente Medio y que provenía de la antigua Persia. Para Abubakar era una delicia y siempre que tenía ocasión lo degustaba, pero en todas las ocasiones, al finalizar la toma de ese delicioso manjar, en sus adentros se decía, no tiene nada que ver como el que mi queridísima tía me prepara y siempre ha hecho, aunque esté en Madrid.
Cuando tía Aziza tubo la cena preparada, les llamó para que acudiesen a sentarse a la mesa. Abubakar estaba deseando tomar aquella deliciosa sopa espesa, el tahin que con tanto amor le había preparado. Una vez sentados en la mesa, comenzó una larga conversación en la que tío Hambal comenzó a contarle sus planes para el mañana no muy lejano.
Hambal y Aziza había vivido siempre muy bien y aun así conservaban una gran fortuna, la que de acuerdo entre los dos y con un documento ante notario, habían decidido que fuese en su totalidad para él. Solo habían puesto una condición, que cuando faltase uno de los dos, el que quedase fuese atendido hasta el final de sus días por Abubakar.


PILAR MORENO 14 mayo 2017

SIEMPRE LLEGABA TARDE



          Se había hecho tarde y estaba muy cansada, había sido un día muy duro de trabajo. Había recibido mucha mercancía y hubo que colocarla en su lugar, además después del largo puente que había pasado, los clientes habían acudido a su comercio a reponer viandas, pues cuatro días de fiesta, suelen agotar las existencias de cualquier hogar.
          Cuando ya estaba poniendo el cartel de cerrado, apareció Doña María, corriendo como de costumbre, era una excelente cliente, se dejaba mucho dinero en su comercio, pero, por el contrario, aunque no trabajaba ni tenía grandes ocupaciones, tenía la mala costumbre de ir a ultimísima hora a hacer sus compras. Era lo que se suele decir una usuaria inoportuna. Clementa, la dueña del negocio, se decía en algunas ocasiones que casi prefería perderla como cliente que soportar sus horas de acudir a comprar y sus indecisiones.
          -Clementa, por favor, póngame un kilo de carne picada.
Cuando Clementa se disponía a poner la carne en la máquina para picarla, de repente decía:
          -Perdone Clementa, mejor póngamela para guisar.
          -Ahora me pone un kilo de filetes para la plancha.
Cuando Clementa comenzaba a cortar la carne decía:
          -Hay perdóneme estoy muy despistada, mejor me los pone para empanar.
          -También quiero para cocido.
Bueno no, mejor póngame arreglo para unas lentejas que son más ligeras.
          -Me olvidaba, necesito carne picada para unas albóndigas.
          -Ahora me va a dar un kilo de filetes de pollo, bueno no, deme mejor unos contra muslos, no, no mejor cuartos traseros. No ya mejor si acaso me pone un pollo grande en trozos.
Clementa ya está a punto de reventar, ¿es que esta puñetera mujer no se puede decidir desde el principio por lo que realmente necesita o llevar desde su casa una lista con las necesidades de su frigorífico?
Al terminar con la carne, comienza a solicitar productos de chacinería y el proceder es el mismo. Cuando va a ponerle una cosa se decide por otra, o después de haber cortado una cantidad dice que es mucho y que le quite la mitad.
Después de haber dado toda la lata posible, llega la hora de la cuenta y realmente había merecido la pena el importe de la misma, pero Clementa cuando Doña María desaparece, da un suspiro de alivio.
Doña María no solo es inoportuna, también en cualquier compra es la indecisión en persona. Si va a comprar unas camisas, las mira, las remira, hace sacar varios modelos y al final le dice al comerciante, me lo voy a pensar, ya volveré mañana.
Para cualquier artículo que vaya a comprar, va cuatro o cinco veces a mirarlo, después de haber molestado al dependiente todo lo posible, el último día lo adquiere, pero, cuando llega a su casa, lo prueba, lo mira, lo expone bien a la vista de todos y pasados unos días, decide que no le gusta, que no va con la previsión que ella tenía en su cabeza, el final del artículo, es su devolución.
Esta persona, imaginaria por supuesto, es lo que yo llamo un usuario inoportuno.

PILAR MORENO 18 mayo 2017