jueves, 18 de mayo de 2017

SIEMPRE LLEGABA TARDE



          Se había hecho tarde y estaba muy cansada, había sido un día muy duro de trabajo. Había recibido mucha mercancía y hubo que colocarla en su lugar, además después del largo puente que había pasado, los clientes habían acudido a su comercio a reponer viandas, pues cuatro días de fiesta, suelen agotar las existencias de cualquier hogar.
          Cuando ya estaba poniendo el cartel de cerrado, apareció Doña María, corriendo como de costumbre, era una excelente cliente, se dejaba mucho dinero en su comercio, pero, por el contrario, aunque no trabajaba ni tenía grandes ocupaciones, tenía la mala costumbre de ir a ultimísima hora a hacer sus compras. Era lo que se suele decir una usuaria inoportuna. Clementa, la dueña del negocio, se decía en algunas ocasiones que casi prefería perderla como cliente que soportar sus horas de acudir a comprar y sus indecisiones.
          -Clementa, por favor, póngame un kilo de carne picada.
Cuando Clementa se disponía a poner la carne en la máquina para picarla, de repente decía:
          -Perdone Clementa, mejor póngamela para guisar.
          -Ahora me pone un kilo de filetes para la plancha.
Cuando Clementa comenzaba a cortar la carne decía:
          -Hay perdóneme estoy muy despistada, mejor me los pone para empanar.
          -También quiero para cocido.
Bueno no, mejor póngame arreglo para unas lentejas que son más ligeras.
          -Me olvidaba, necesito carne picada para unas albóndigas.
          -Ahora me va a dar un kilo de filetes de pollo, bueno no, deme mejor unos contra muslos, no, no mejor cuartos traseros. No ya mejor si acaso me pone un pollo grande en trozos.
Clementa ya está a punto de reventar, ¿es que esta puñetera mujer no se puede decidir desde el principio por lo que realmente necesita o llevar desde su casa una lista con las necesidades de su frigorífico?
Al terminar con la carne, comienza a solicitar productos de chacinería y el proceder es el mismo. Cuando va a ponerle una cosa se decide por otra, o después de haber cortado una cantidad dice que es mucho y que le quite la mitad.
Después de haber dado toda la lata posible, llega la hora de la cuenta y realmente había merecido la pena el importe de la misma, pero Clementa cuando Doña María desaparece, da un suspiro de alivio.
Doña María no solo es inoportuna, también en cualquier compra es la indecisión en persona. Si va a comprar unas camisas, las mira, las remira, hace sacar varios modelos y al final le dice al comerciante, me lo voy a pensar, ya volveré mañana.
Para cualquier artículo que vaya a comprar, va cuatro o cinco veces a mirarlo, después de haber molestado al dependiente todo lo posible, el último día lo adquiere, pero, cuando llega a su casa, lo prueba, lo mira, lo expone bien a la vista de todos y pasados unos días, decide que no le gusta, que no va con la previsión que ella tenía en su cabeza, el final del artículo, es su devolución.
Esta persona, imaginaria por supuesto, es lo que yo llamo un usuario inoportuno.

PILAR MORENO 18 mayo 2017



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