domingo, 8 de abril de 2018

EL NEGOCIO DE ISABEL




          Hacía varios años que su cabeza planeaba un gran negocio. Se dedicaba desde siempre a la compraventa de joyas y piedras preciosas. Su padre le había enseñado todo lo que podía aprender y debía saber sobre todo lo que conllevaba ese negocio.
          Isabel era una mujer de mediana edad, pero con un carácter abierto y muy emprendedora, por ello, su cabeza daba vueltas a como mejorar su negocio. De pronto un día se le ocurrió que como ella conocía muy bien el oro y como trabajarlo, para ella no tenía secretos, así como los diamantes. Debía ampliar sus expectativas y viajar a un lugar en donde poder adquirir otros metales y piedras preciosas a un bajo coste y del que luego ella pudiese sacar pingües beneficios. 
          Se informó muy bien sobre todos los sitios en donde pudiese llevar a cabo sus negocios y sobre todo sin exponer demasiado. De toda la información que consiguió, decidió viajar a Afganistán, concretamente a Kabul en donde era más fácil poder ponerse en contacto con los traficantes de las excavaciones.
          Al llegar a ese país, comenzaron las dificultades. Lo primero que tuvo que hacer fue vestirse con un burka y contratar a un hombre que la ayudase no solo en el idioma que para ella era totalmente desconocido, sino también para no ir sola a ninguna parte pues en ese país una mujer es prácticamente imposible que salga sola a la calle y mucho menos a tratar de negocios. En más de una ocasión tuvo incluso que vestirse de hombre para poder acceder a ciertos lugares.
          Por fin pudo encontrar una de las piedras preciosas que ella iba buscando, el lapislázuli, que es una piedra azul de material más conocido como zafiro. Es difícil de conseguir ya que se saca de un yacimiento que se encuentra en el macizo de Tirich Mir a 5000 metros de altura. Consiguió comprar gran cantidad de ellos, pagándolos a muy buen precio del que ella calculó podía sacar unas buenas ganancias después de haberlos pulido y tallado. Una vez conseguida esa operación, decidió ampliar las compras y también adquirir oro en un yacimiento que le habían aconsejado.
          Estaba sumamente contenta con el negocio que ella pensaba había hecho, fue entonces cuando pensó que sería bueno obtener una cantidad considerable de esmeril, (material resultante de la descomposición de rocas eruptivas que por su dureza se utiliza para pulir piedras preciosas) para poder amolar los zafiros y todas os diamantes y otras piedras de las que disponía. Quería que su negocio funcionase a lo grande, pretendía hacer una empresa conocida en todo el mundo.
          Ya que estaba allí, no quiso perder la oportunidad de comprar también una buena cantidad de litio, material que se utiliza para la fabricación de aparatos electrónicos e incluso en productos farmacéuticos.
          Este último fue su perdición, todo fue enviado a España y cobrado sin ningún problema, pero cuando llegó al aeropuerto, ella iba exultante de todo lo que había conseguido, pero sin esperarlo, fue interceptada por unos policías, la llevaron a una habitación donde además de desnudarla y hacerla un registro hasta en sus partes más íntimas, le dijeron que había cometido uno de los delitos más castigados en ese país que era la compra de litio.
          El litio era un mineral que tenía un alto precio y los que mejor lo pagaban eran los japoneses y sobre todo los chinos para la fabricación de sus teléfonos móviles y sus aparatos de electrónica. Fue conducida sin piedad a presidio y aunque llevó los mejores letrados de su país, el castigo fue implacable y condenada a cincuenta años privada de libertad.

                              PILAR MORENO 10 marzo 2018


            

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